Harris and Trump Chose Electoral Polarization

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Apenas faltan 88 días para el 5 de noviembre, fecha de las elecciones de Estados Unidos, cuyas características y ambiente nacional e internacional las convierten en más impredecibles de la historia de ese país, pero dicho tiempo es suficiente para cambios o para resultados derivados de la lógica política tradicional. En pocas horas, la sorprendente decisión de la candidata presidencial demócrata permitió analizar sus posibilidades desde una perspectiva diferente, la de la permanencia de los demócratas en la presidencia. En el primer cambio ambos candidatos presidenciales decidieron apostar a la exacerbación de la lucha, por medio de la llegada de dos candidatos vicepresidenciales de edad políticamente intermedia, uno, y el otro de excesiva juventud y poca experiencia.

Ambos son desconocidos para la mayoría del país y dentro de la comunidad internacional. El republicano tiene la durísima tarea de abrirse paso y lograr el respeto de su candidato, acostumbrado a mandar monárquicamente. Tiene una sorprendente actitud camaleónica, pues antes fue acérrimo antitrumpista. El adversario sorprende por ser sólido defensor de temas delicados y riesgosos como el aborto y su historial lo muestra como un liberal, término cuyo significado político en el país equivale en nuestros países al de izquierda definida. Estos dos factores ayudan a afilar los cuchillos de la batalla política y a temer violencia política como la ocurrida, con el intento de magnicidio contra el único político golpista de la Historia estadounidense.

A partir de la salida de Biden, Harris subió la intención de voto. El miércoles, el New York Times informó de un promedio de resultado de numerosas encuestas serias: Harris, 51%; Trump, 48, lo cual implica un virtual empate, dado el margen de error: 3%. Todo indica que la elección no será de avalancha, como Trump espera, sino habrá batalla muy cerrada, pero aún hay tiempo suficiente para otros nuevos cambios. Trump descubrió el error de atacar constantemente a Biden por viejo, si la diferencia de edades entre ambos es de tres años, y ahora él es quien ocupa ese puesto y será atacado con sus mismas armas.  Esto lo forzó a escoger al joven Vance, aunque el cambio sea contraproducente por ser arrogante.

Los 88 días faltantes, debido a la manera como se ha desarrollado la campaña en los dos aspirantes, permite predecir golpes bajos de mayor suciedad a los tradicionales. No hay límite, según todas las apariencias, y quedará confirmado el descenso de la calidad de la confrontación, derivada obviamente de un fenómeno similar con los aspirantes. Además de ello, tanto Harris como Trump, aunque ambos tienen experiencia en la práctica política, no la tienen en la política de altura y comienzan a manifestarse como soberanos de sus respectivos partidos.  Como resultado ha disminuido la percepción popular de las ventajas de la democracia ya olvidada y afectada a causa de la corrupción de cualquier nivel. Casi por desesperación, el voto se otorga a los autócratas.    

Desde la visión de un guatemalteco, ambos no representan cambio alguno. La visión de Trump como ser el bueno y Harris la mala, o viceversa, es una inocentada porque Guatemala,  pese a su historia, no tiene la atención de los grandes países, más allá de las molestias y acciones por no tomar en cuenta los criterios reflejantes de los intereses, no de la amistad estadounidense. El papel mejor representado por nosotros es el de espectadores llamados a aplaudir o a quejarnos, como ha ocurrido en Latinoamérica por muchos años.  La polarización estadounidense será poco pero importante como siempre lo ha sido por los motivos claros de siempre. Como dice un viejo adagio, “cada país tiene el gobierno que merece”.

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