"By applying the talent and technology of America, this country can dramatically improve our environment, move beyond a petroleum-based economy and make our dependence on Middle Eastern oil a thing of the past" … Obama didn't say this, but George W. Bush did, in that "historic" confession during his 2006 State of the Union speech: "America is addicted to oil."
It was without a doubt a classic example of doublespeak in the best Orwellian style. The United States started to taste Iraq's oil and Dick Cheney was periodically gathering with his energy "mafia." The inspectors for the Minerals Management Service were letting their guard down and were literally in bed with the petroleum industry.
Bush's "good" will crashed into a harsh reality. And in the middle of summer, 2008, as a modest appetizer to the great recession, Americans had to practice European "austerity." Goodbye to cheap oil. Four dollars per gallon (almost a Euro per liter) worked as a persuasive psychological barrier. The 21 million barrels of oil a day shrank by 6 percent, the lowest levels in an entire decade.
But the thirst for oil came back from the same place as soon as the prices went down. The unbreakable love Americans have for their cars is well known. The unbearable addiction to oil, encouraged by subsidies and false costs. And the enormous resistance to change consumer habits in a society that always wants more, and more and more …
Obama is now urging Americans to break away from their oil "addiction," three months after he gave the green light to new drilling along the coast. Pressure from the Republicans and the almighty oil "lobby" made him falter in the eyes of environmentalists, who will not forgive this misstep, on the verge of the biggest environmental disaster in U.S. history.
The Gulf spill is making him back off. Obama is retracing his own steps and is urging Americans to turn to renewable energy, toward energy efficiency and public transportation. Now that the real cost of oil has surfaced, he is asking people to make the effort to use their common sense and do their patriotic duty for the sake of the planet.
Now we have to wait and see if Americans are willing to make such sacrifice, which starts at no less than being willing to pay for oil at its real price, including "externalities" such as the spill in the Gulf of Mexico, just like our colleague, Paul Brown, suggested a few weeks ago in this same space.
There's even someone who dared to suggest the creation of a "Gulf tax" in gas to cover the money that will be needed to clean the "stain" and restore natural habitats. But Republicans still have their blinders on, singing with renewed strength Sarah Palin’s famous "Drill, baby, drill." Meaning, addiction at all costs.
You can also read the statement from conservative Rep. Mike Pence, before Obama himself took the seat in the Oval Office: "The American people don't want this administration to exploit the crisis in the Gulf to advance their disastrous energy policies. We won't cap that well with cap and trade. We won't help the families in the region or across this country by raising the cost of energy on every American in the worst economy in 25 years."*
Should we take that as a "no" for an answer?
*Editor’s Note: This quote dates from June 15, 2010.
Obama y la "adicción" al petróleo
“Aplicando el talento y la tecnología americanas, este país puede mejorar drásticamente el medio ambiente, avanzar más allá de una economía basada en el petróleo y hacer que nuestra dependencia del crudo de Oriente Medio sea una cosa del pasado”... No lo dijo Obama, sino George W. Bush, en aquella confesión “histórica” del 2006 durante su discurso sobre el estado de la Unión: “America es adicta al petróleo”.
Fue, sin duda, un clásico ejemplo de “doublespeak” al más puro estilo orwelliano. Estados Unidos empezaba a paladear el petróleo de Irak y Dick Cheney se reunía periódicamente con su “mafia” energética. Los inspectores de los Servicios de Gestión Minera (MMS) bajaban la guardia y se metían literalmente en la cama con la industria petrolera.
La “buena” voluntad de Bush se estrelló contra la cruda realidad. Y en pleno verano del 2008, como discreto aperitivo de la Gran Recesión, los norteamericanos se vieron obligados a practicar la “austeridad” europea. Adiós al petróleo barato. Los cuatro dólares por galón (casi un euro por litro) sirvieron de persuasiva barrera psicológica. Los 21 millones de barriles de crudo diarios menguaron un 6%, los niveles más bajos en toda una década.
Pero la sed de petróleo volvió por donde solía en cuanto bajaron los precios. El amor inquebrantable de los norteamericanos por el coche, ya se sabe. La insoportable adicción a la gasolina, alentada por las subvenciones y los costes falsos. Y la tremenda resistencia a cambiar de hábitos de consumo, en una sociedad que siempre pide más, y más, y más...
Obama reclama ahora a sus compatriotas que rompan su “adicción” del petróleo, tres meses después de haber dado luz verde a las nuevas perforaciones en las costas. Las presiones de los republicanos y del todopoderoso “lobby” de petróleo le hicieron claudicar a los ojos de los ecologistas, que no perdonan aquel paso en falso, en la antesala del mayor desastre ambiental en el historia de Estados Unidos.
El vertido del Golfo le ha obligado a recular. Obama vuelve sobre sus propios pasos y urge a los norteamericanos a impulsar el giro hacia las renovables, hacia la eficiencia energética y hacia el transporte público. Ahora que ha salido a flote el auténtico coste oculto del petróleo, les pide que hagan el esfuerzo por sentido común, por deber patriótico y por el bien del planeta.
Lo que está por ver es si los norteamericanos están dispuestos a hacer el sacrificio, que empieza ni más ni menos que por la voluntad de pagar el petróleo a su coste real, incluyendo “externalidades” como el vertido del Golfo de México, tal y como sugería en este mismo espacio nuestro colega Pablo Pardo hace unas semanas.
Hay quien se ha atrevido a sugerir la creación de un “impuesto del Golfo” en la gasolina para cubrir el chorreo de dinero que va a hacer falta para limpiar la “mancha” y restaurar los habitats naturales. Pero los republicanos siguen con la venda en los ojos, entonando con fuerzas renovadas el “Drill, Baby, Drill!” de Sarah Palin. O sea, la adicción a toda costa.
Lean si no las declaraciones del congresista conservador Mike Pence, antes siquiera de que el propio Obama tomara asiento en el Despacho Oval: “Los americanos no quieren que esta Administración explote la crisis del Golfo para avanzar su desastrosa política energética. No vamos a ayudar a las familias de la región ni a las de todo el país aumentando el precio de la energía en medio de la peor situación económica de los últimos 25 años”.
¿Lo interpretamos como un “no” por respuesta?
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The economic liberalism that the world took for granted has given way to the White House’s attempt to gain sectarian control over institutions, as well as government intervention into private companies,
The madness lies in asserting something ... contrary to all evidence and intelligence. The method is doing it again and again, relentlessly, at full volume ... This is how Trump became president twice.