The New York Times reported on Nov. 17 that drug overdose deaths broke historic records during the pandemic, according to federal government researchers.
From April 2020 to April 2021, more than 100,000 Americans died from overdoses, almost 30% more than the 78,000 who died in the preceding period, according to provisional figures from the National Center for Health Statistics. This figure is higher than deaths from car accidents and guns combined.
The addiction problem and, therefore, demand for drugs in the United States is a central item on the agenda of any U.S. president, and for decades, in their relations with countries where the drugs originate and are distributed. The war on drugs, started by President Richard Nixon and repeated by many other producing and distributing countries, has been a disaster. According to data from the U.N. Office on Drugs and Crime, more cocaine was produced in Colombia in the past year than in Pablo Escobar’s time; a good part of the heroin that reaches the other side of the border is still being produced in Mexico; marijuana is decreasing only because part of the neighboring country has already legalized it. What is on the rise is violence and crime.
And in the consuming country, deaths by overdose are also on the rise because, among other reasons, cracking down on known drugs has led to the creation of new psychoactive substances that cause similar effects to the targeted drugs. With one difference: The new substances are much more dangerous because they reach the consumer with minimal information, and often combined with mixtures the consumer does not know about.
Billions of dollars have been spent on a useless war that has achieved nothing. People will keep consuming drugs, as they have for centuries — legal or illegal. If the White House were serious, perhaps it would begin talking about and following the example of countries that have started investing in risk-reduction strategies.
It’s not that people don’t use drugs in various countries in Europe. Why is there a minimal number of deaths? Legalization, substance-testing programs focused on certain demographics, and other tools.
But it is clear that the U.S. won’t take action on anything unless it's a war, as Nixon said half a century ago.
El complicado tema que no se tratará hoy
The New York Times reportó ayer que las muertes por sobredosis de drogas rompieron récords históricos durante la pandemia, según investigadores del gobierno federal.
De abril de 2020 a abril de 2021 más de 100 mil estadunidenses murieron por sobredosis, casi 30 por ciento más que las 78 mil muertes del periodo anterior, según cifras provisionales del Centro Nacional de Estadísticas de Salud. Esta cifra es mayor que las muertes por accidentes automovilísticos y armas combinadas.
El problema de adicción y, por lo tanto, demanda de drogas en Estados Unidos es un asunto central en la agenda de cualquier presidente de EU y desde hace décadas en su relación con los países donde se originan y se distribuyen las drogas. La guerra contra las drogas lanzada por Nixon y repetida por muchos otros países productores y distribuidores ha resultado un desastre. Según datos de la oficina de drogas de la ONU, el año pasado se produjo más cocaína en Colombia que en tiempos de Pablo Escobar; en México se sigue produciendo buena parte de la heroína que llega al otro lado; la mariguana va de bajada solo porque una parte del país vecino ya la legalizó. Y así, lo que también sigue aumentado es la violencia y la criminalidad.
Y en el país del consumo las muertes por sobredosis, entre otras cosas porque la persecución de las drogas conocidas ha provocado la creación de nuevas sustancias psicoactivas que provocan cosas parecidas a las drogas perseguidas. Con una diferencia: son mucho más peligrosas porque llegan al consumidor con mínimos de información y muchas veces con mezclas que contienen dosis o mezclas que el consumidor desconoce.
Miles de millones de dólares en la guerra inútil no han servido para nada. Las personas, como lo han hecho desde hace siglos, seguirán consumiendo drogas. Legales o ilegales. Si fueran serios, tal vez en la Casa Blanca deberían empezar a discutir y tomar ejemplo de países que han comenzado a invertir en estrategias de reducción de riesgo.
No es que en varios países de Europa no se consuman drogas: ¿por qué los números de muertes son mínimas? La legalización, los programas de análisis de sustancias enfocados en ciertos demográficos y otras herramientas.
Pero está claro que no harán nada que no sea guerra, tal cual lo anunció hace medio siglo Richard Nixon.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.