This Wednesday, Toluca will become the capital of North America thanks to President Enrique Peña Nieto, who persuaded his colleagues from the United States and Canada that this is the place to hold the eighth North America Leaders Summit. The capital of the state that catapulted him to the presidency is impeccable. The Toluca city center is a fortress under the watch of the Presidential General Staff — and the Secret Service and the Mounted Police. Nothing should break with the schedule or the protocol in the face of public opinion, where there will be smiles and warm greetings. But behind closed doors, Mexican diplomats think that the bilateral meeting between Presidents Peña Nieto and Barack Obama will be rough.
The subject of discord, about which nobody wants to speak in public, is espionage. Diplomats from both countries have emphasized the economic character of this summit and underscored that the three North American nations have the same amount of trade between them as the 26 European Union members and the 13 top Asian countries — with the exception of China. There will be a joint statement from the three leaders at the summit, and 26 working documents reflecting how vast the agenda is. But before the party and the celebration will come the moment of truth about the espionage.
Mexico, like a large number of other countries, was subjected for years to systematic espionage by the National Security Agency, which is under the Pentagon’s jurisdiction. According to German newspaper Der Spiegel, which had access to the documents that the agency’s ex-contractor Edward Snowden took with him into exile, in May 2010 it penetrated the server of the Presidency of the Republic and was able to monitor the email of ex-President Felipe Calderon and the cabinet, which gave it a privileged view of “Mexico’s political system and internal stability.”
Previously, Brazilian TV network Globo revealed that the NSA expanded its espionage in 2012 to include Peña Nieto, then a presidential candidate. The NSA tapped his telephone and those of nine aides, through whose phone calls they drew a map of his regular contacts, which allowed them to spy on over 85,000 text messages, including an indeterminate number belonging to Peña Nieto.
The Mexican government initially had a restrained response, compared to the loud protest of Brazilian President Dilma Rousseff, who was also a victim of the NSA espionage. According to Mexican diplomats, the Brazilian reaction caused their demands to be ignored for a long time, while [Mexican] Sub-secretary of Foreign Affairs for North America Sergio Alcocer and CISEN [Center for Research and National Security] director Eugenio Imaz were received in Washington. In all cases, unsatisfactory. According to these sources, the first reaction was to deny they knew about NSA espionage. The Mexican stance escalated, and President Peña Nieto declared to the foreign press that the espionage was “illegal” and “unacceptable.”
Mexican diplomatic sources point out that, like all espionage in the world, this inhabits a universe of ambiguity, where the United States government has not yet admitted that it carried out massive espionage, but at the same time cannot deny it after Snowden’s revelations. A source with expertise in security matters observed that until now, despite having about a million documents, Snowden has only revealed procedures but has not divulged information. He is currently living under asylum in Russia; one of the goals of the American government is to prevent its whistle-blower from disclosing the contents of the espionage.
As long as we don’t know exactly what was uncovered through espionage, no government can go beyond proposals such as Rousseff’s, who has asked for the creation of an alternative platform to bypass the Web — which was born of a Pentagon communications network — or that of German Chancellor Angela Merkel, who has asked for commitments to restore mutual trust between the allies.
Peña Nieto was never as belligerent in his speech as his colleagues, but in the end all three have received the same reply. Mexican diplomats said the explanations given by the Obama administration to the Mexican ambassador in the United States, Eduardo Medina Mora, have been weak and reveal nothing regarding the content of the espionage except that details of potentially embarrassing conversations could come out.
What kind of details is something only known in Washington, where they do not want anybody else except themselves to know how deeply they delved into their partners’ political, economic and military secrets, and how many vulnerabilities they know about.
Toluca será este miércoles la capital de Norteamérica, gracias al presidente Enrique Peña Nieto, que persuadió a sus colegas de Estados Unidos y Canadá que ahí era el lugar para realizar la octava Cumbre de Líderes de América del Norte. La capital del estado que lo catapultó a la Presidencia está impecable. El centro de Toluca es una fortaleza bajo el cuidado del Estado Mayor Presidencial –y del Servicio Secreto y la Policía Montada–. Nada deberá salir del programa y el protocolo ante la opinión pública, donde habrá sonrisas y cálidos saludos. Pero intramuros, diplomáticos mexicanos consideran que la reunión bilateral entre los presidentes Peña Nieto y Barack Obama, será ríspida.
El tema de la discordia, sobre el que nadie quiere hablar en público, es el espionaje. Diplomáticos de los dos países han enfatizado el carácter económico de esta Cumbre, y resaltado que entre las tres naciones norteamericanas tienen el mismo intercambio comercial que los 26 miembros de la Unión Europea y los 13 principales asiáticos –con la excepción de China–. Habrá un comunicado conjunto de los tres líderes en la Cumbre, y 26 documentos de trabajo que reflejan lo vasto de la agenda. Pero antes de la fiesta y la celebración, vendrá el momento de la verdad sobre el espionaje.
México, como un gran número de países, fue sujeto por años a un espionaje sistemático de la Agencia de Seguridad Nacional, que depende del Pentágono. De acuerdo con el semanario alemán Der Spiegel, que tuvo acceso a los documentos que el ex contratista de la agencia Edward Snowden se llevó con él al exilio, en mayo de 2010 penetró al servidor de la Presidencia de la República y pudo monitorear los correos electrónicos del ex presidente Felipe Calderón y del gabinete, que les dio una mirada privilegiada sobre “el sistema político y la estabilidad interna de México”.
Previamente, la cadena de televisión brasileña Globo reveló que la NSA, por sus siglas en inglés, amplió su espionaje en 2012 a Peña Nieto, en ese entonces, candidato presidencial. La NSA intervino su teléfono y el de nueve colaboradores a través de cuyas llamadas establecieron un mapa de sus contactos regulares, que les permitió espiar más de 85 mil mensajes de texto, incluido un número indeterminado de Peña Nieto.
El gobierno mexicano tuvo originalmente una respuesta moderada, en comparación con la sonora protesta de la presidenta brasileña Dilma Rouseff, que también fue víctima del espionaje de la NSA. De acuerdo con diplomáticos mexicanos, la reacción brasileña provocó que ignoraran sus reclamos durante un largo tiempo, mientras que recibieron en Washington al subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, Sergio Alcocer, y al director del CISEN, Eugenio Imaz. En todos los casos, insatisfactorias. Según las fuentes, las primeras reacciones fueron negar que conocían del espionaje de la NSA. La postura mexicana escaló, y el presidente Peña Nieto declaró a la prensa extranjera que era “ilegal” e “inaceptable”.
Las fuentes diplomáticas mexicanas señalan que, como es todo el tema del espionaje en el mundo, habita en el universo de la ambigüedad, donde el gobierno de Estados Unidos no termina de aceptar realmente que realizó un espionaje masivo, pero al mismo tiempo no puede negarlo después de las revelaciones de Snowden. Una fuente experta en temas de seguridad observó que hasta ahora, pese a tener alrededor de un millón de documentos, Snowden sólo ha revelado procedimientos, pero no divulgado información. Actualmente vive protegido en Rusia, y uno de los objetivos del gobierno estadounidense es evitar que su revelador de secretos difunda los contenidos del espionaje.
Mientras no se sepa exactamente qué es lo que espiaron, ningún gobierno puede ir más allá de propuestas como las de Rousseff, que pide crear una plataforma alterna a la Web –que nació de una red de comunicación del Pentágono–, o de la canciller federal alemana, Ángela Merkel, que ha exigido compromisos para restablecer la confianza mutua entre los aliados.
Peña Nieto nunca fue tan beligerante en su discurso como el de sus colegas, pero al final, los tres han recibido la misma respuesta. Diplomáticos mexicanos dijeron que las explicaciones que ha dado el gobierno de Obama al embajador de México en Estados Unidos, Eduardo Medina Mora, han sido débiles, y del contenido, absolutamente nada salvo la advertencia que pueden venir detalles de conversaciones que pudieran resultar embarazosas.
De qué tipo, sólo en Washington lo saben y no quieren que nadie salvo ellos, se entere hasta dónde se metieron en las entrañas políticas, económicas y militares de sus socios, y qué tantas vulnerabilidades les conocen.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.
It wouldn’t have cost Trump anything to show a clear intent to deter in a strategically crucial moment; it wouldn’t even have undermined his efforts in Ukraine.