Conservatives must put the public interest before election calculations.
Donald Trump’s call to revolt after being indicted for the alleged hush money payment to Stormy Daniels is steeped in victimhood, which the former president of the United States did not hesitate to exploit in order to bolster his return to the presidential race. Trump’s strategy — now targeting the justice system — is a reckless one under a rule of law whose machinery was already called into question during the last election, to the point of triggering an attack on the Capitol.
Under these circumstances, the Republican Party, through its local leaders, must speak out against what represents a threat to the country’s very democracy, which, due to the polarization fostered by Trump, is on its way to establishing itself in radicalization and confrontation. Unstructured and devoid of hierarchy, the United States' major parties generally adapt to the circumstances of the best-positioned candidates. Trump, however, demands a change of script that will put public interest before election calculations.
El Partido Republicano, ante el desafío de Donald Trump
Los conservadores han de situar el interés de la nación por delante del cálculo electoral
La llamada a la revuelta de Donald Trump tras su imputación por el presunto soborno a Stormy Daniels está impregnada de un victimismo que el expresidente de Estados Unidos no ha dudado en explotar para reforzar su vuelta a la carrera presidencial. La estrategia de Trump, ahora dirigida contra la Justicia, es irresponsable en un Estado de derecho cuya maquinaria ya puso en cuestión tras las últimas elecciones, hasta provocar el asalto al Capitolio.
En estas circunstancias es el Partido Republicano el que a través de sus líderes territoriales ha de alzar la voz contra lo que representa una amenaza para la propia democracia del país, que de la polarización que cultiva Trump va camino de instalarse en la radicalización y el enfrentamiento. Desestructurados y sin jerarquía, los grandes partidos de Estados Unidos se suelen adaptar a la coyuntura de los candidatos mejor posicionados, pero Trump exige un cambio de guion que sitúe el interés de la nación por delante del cálculo electoral.
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