Defeat in Iraq?

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Se escucha “Estados Unidos está a punto de ser derrotado en una guerra por segunda ocasión en la historia”. Lo dicen refiriéndose a Iraq. Supongo que una derrota es el fracaso de un contendiente en conseguir sus objetivos en un conflicto, con una importante pérdida de los elementos desplegados para obtener lo propuesto.

Quienes hablan de la “segunda” derrota americana se refieren a la guerra de Vietnam como la primera. Allí el propósito era preservar la existencia y el sistema democrático en Vietnam del Sur. Algo que no se logró, a pesar de que se perdieron más de cincuenta mil vidas. Fue, por donde se vea, una derrota. Claro que esta no se debió a la sagacidad de los generales comunistas ni a la “heroica resistencia popular”, sino a un error estratégico en la concepción del conflicto por parte del comando estadounidense, pues se hizo una guerra de desgaste donde se debió hacer una de aniquilación.

Estoy hablando de lo puramente fáctico militar, sin entrar en consideración de lo ético que, siendo más importante, no es el tema de este artículo.

Estados Unidos buscaba en Iraq derrocar a un dictador. Lo consiguió, logrando de por medio la completa inutilización de sus fuerzas armadas y la ocupación de todo el país. Las pérdidas de vidas y equipos en la consecución de estos objetivos están dentro de lo manejable. Vista así, es una victoria.

Ahora, si había un proyecto político más allá del derrocamiento de Saddam Hussein, cualquiera haya sido, no se ha conseguido. Alguna vez se vendió la idea de que lo que realmente había detrás de la intervención en Iraq era establecer un gobierno democrático en ese país, cuya influencia contribuiría a pacificar y democratizar el Medio Oriente. Esta república parecía ser la más apropiada de la región para un intento de esta clase: era gobernada por un tirano impopular, era el más secular de los estados árabes y la población es relativamente liberal. Además es un país grande, rico y colindante con muchos de los estados que, en algún momento, debían absorber su benéfico influjo.

Pero las cosas no salieron así. Hay altas probabilidades de que cuando se haya ido el último soldado aliado de Mesopotamia, se entre en una espiral de violencia y caos que hará extrañar los tiempos de Hussein. ¿Entonces es una derrota para Estados Unidos? Consiguieron el objetivo militar pero no lograron el político. Bajo un válido punto de vista, los dos son idénticos (“la guerra es la política continuada con otros medios”). A lo más podrá decirse que la salida con “apenas” unos tres mil muertos es una retirada a tiempo (que ha de contabilizarse como empate). En todo caso, el gran perdedor será el pueblo iraquí, que ha puesto 40 mil muertos para, a la vuelta de muy pocos años, estar de nuevo, ya lo verán, bajo la égida de una tiranía, muy probablemente de corte teocrático, similar a la de su vecino Irán… en este caso ya saben quién se convertirá en su gran amigo.

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