Pobre Hugo Chávez! Tras contemplar las primeras medidas tomadas por el presidente estadounidense Barack Obama, el líder populista venezolano y sus discípulos en Latinoamérica deben estar pensando: “Contra [George W.] Bush estábamos mejor’’.
En sus primeros días en la Presidencia, Obama ordenó el cierre de la prisión de la base naval de Guantánamo, Cuba, en el término de un año, firmó un decreto que prohíbe torturar a los prisioneros de Estados Unidos en cualquier parte del mundo, abrió los registros de la Casa
Blanca para hacer su Gobierno más transparente, y reiteró de diversas maneras el mensaje de su discurso inaugural dirigido a los demagogos antiestadounidenses, de que “sus pueblos los juzgarán por lo que sean capaces de construir, no por lo que destruyan”.
Al revertir algunas de las políticas de Bush que más alentaron el sentimiento antiestadounidense en el mundo entero, Obama ha empezado a moverle el piso a Chávez y a otros demagogos aspirantes a presidentes vitalicios que han construido sus carreras políticas culpando a
Estados Unidos por el atraso de sus países. Obama ganó el primer round. Los ha puesto a la defensiva. De repente, les resulta difícil recitar su cartilla de improperios contra un presidente joven, afroamericano, que con frecuencia tiene índices de aprobación más altos en sus propios países que ellos mismos.
Hasta el dictador cubano Fidel Castro –el máximo maestro del arte de usar a Estados Unidos como chivo expiatorio de las falencias de su país- -trata a Obama con guantes de seda. En una columna la semana pasada, Castro dijo que no duda de la “honestidad” de Obama, aunque agregó que todavía es muy temprano para evaluarlo.
Ahora bien, si Obama quiere renovar el liderazgo de Estados Unidos en las Américas, como prometió durante la campaña, debería adoptar las siguientes medidas adicionales –algunas de las cuales ya están siendo estudiadas por sus colaboradores– antes de la Cumbre de las Américas que se llevará a cabo en Trinidad – Tobago el 17 de abril:
* Antes de llegar a su primera cumbre internacional en Londres, el próximo 2 de abril, Obama debiera proponer la inclusión de Brasil y México en el “Grupo de los 8’’. Este grupo, que se reúne todos los años para tratar de solucionar los problemas más graves del mundo, está
constituido por Estados Unidos, Japón, Rusia, Canadá, Italia, Alemania, Francia y el Reino Unido.
* Anunciar la designación de un Enviado Especial a las Américas, que tenga acceso directo a Obama.
* Tomar medidas que permitan a los estadounidenses usar sus seguros de salud en hospitales del extranjero. Eso ayudaría a solucionar la crisis de los servicios de salud estadounidenses, contribuiría a reducir el déficit presupuestario de Washington, y representaría una enorme inyección de dinero para las industrias de la salud y el turismo en Latinoamérica.
* Debería concretar la promesa de campaña de reducir la dependencia estadounidense del petróleo extranjero y crear una “Alianza Energética de las Américas”, dando fondos y asistencia técnica para las industrias exportadoras de combustibles alternativos de toda Latinoamérica. Eso ayudaría a todos (salvo a Chávez, claro, que vive del petróleo). * Pedirle al Congreso la aprobación de acuerdos de libre comercio con Colombia y Panamá. Obama se opuso al acuerdo con Colombia durante la campaña, pero ahora podría firmar algunos acuerdos laterales y respaldarlos activamente.
Mi opinión: estoy de acuerdo. Si lo hace, Obama desarmará aún más a Chávez, Castro y a otros mandatarios narcisistas-leninistas de la región.
Obama podría inspirarse en lo que dijo la semana pasada el encargado de negocios estadounidense en Bolivia, Krishna Urs, después de que el presidente Evo Morales afirmara, sin evidencias, que Washington está conspirando contra su gobierno. Urs, quien estaba en la audiencia, se marchó de la sala, y más tarde exigió que el gobierno boliviano “deje de usar a Estados Unidos como una ficha en su política interna”.
Obama podrá exigir que los líderes extranjeros sean juzgados por lo que construyan –y no por lo que traten de culpar a Washington– si sigue siendo visto en el resto del mundo como un líder bien intencionado y creíble. A juzgar por sus primeros días en la Casa Blanca, empezó muy bien.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.