Joseph Biden’s Myth

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Al vicepresidente de Obama le rodea un halo de autoridad en temas internacionales construido en sus muchos años en el Senado, pero la verdad es que allí donde va no deja de soltar los más rancios lugares comunes. En su visita a Israel de esta semana, no ha cambiado la pauta.

Para empezar debería saber que en Oriente Próximo hasta las cosas más sencillas son difíciles de conseguir. Su sueño de aterrizar como pacificador quedaría claramente truncado. Y no por unos y otros, sino por su imposibilidad de entender el problema. La administración Obama ha hecho suya la idea de que si se llega a un Estado palestino, el resto de asuntos pendientes en la región, de la pobreza en El Cairo a las armas nucleares iraníes, se resolverán de manera casi automática. Nunca fue así antes y es probable que no lo sea en el futuro.

Aún peor, Obama ha traducido esa distorsionada visión en los asentamientos israelíes en los territorios en disputa. Para sus representantes, como Biden, sin resolver el tema de los asentamientos no podrá haber proceso de paz satisfactorio. Y de nuevo falso. Los asentamientos nunca fueron un problema para que los palestinos negociaran. Ni fueron la razón por la que Arafat se negó a firmar la paz, ni impidieron los acuerdos de Oslo, ni el «road map», ni ninguna otra de sus promesas.

Lo que están haciendo Obama y Biden es, en realidad, darles otra excusa a los palestinos para no negociar de buena fe. Netanyahu lleva un año intentando sentarse con Abu Mazen y es la Autoridad Palestina la que se niega. Porque vive mejor de víctima generosamente subsidiada que de responsable de sus miserias y corrupciones y de tener que responder por su propio estado.

La política americana ha fluctuado este año de la extrema izquierda al centro izquierda. Pero todavía Biden no se ha dado cuenta de que Israel no es el problema, y que son los demás quienes prefieren seguir como están.

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