La seguridad social y el sistema de salud en los Estados Unidos han sido temas sumamente controversiales que han enfrentado, y continúan enfrentando, a dos visiones políticas disímiles.
Por un lado, están quienes mantienen la tesis de la intervención del Estado para crear una red de protección social solidaria, y en el otro lado de la orilla se ubican los que mantienen que no es al Estado al que le compete regular y administrar la seguridad social sino al mercado.
Estas posturas radicalmente diferentes, han llevado a que la cobertura médica esté al alcance de los más privilegiados, marginando de la misma a millones de ciudadanos que no cuentan con los recursos para sufragar un seguro médico.
La historia de estos enfrentamientos tuvo su primer final feliz el 14 de agosto de 1935 cuando en el gobierno del presidente Franklin D. Roosevelt, se creó la institución de la seguridad social.
Luego de su fallecimiento, el presidente Harry S. Truman, trató de impulsar la creación de un sistema nacional de cuidado a la salud pero no tuvo éxito ante la férrea oposición de quienes controlaban el Congreso.
No fue hasta el gobierno de Lyndon B. Johnson, en 1965, cuando se reformó la Ley de la Seguridad Social para crear dos instituciones: El Medicaid, un seguro de salud para cubrir a los más pobres y discapacitados; y el Medicare, para proporcionar un seguro de salud para los jubilados.
Si bien esta reforma fue un paso importante para lograr la meta de darle a los ciudadanos un seguro universal de salud, la aplicación de la reforma quedó corta de tal objetivo.
En el gobierno del presidente Bill Clinton se trató de impulsar la reforma al sistema de salud, pero la oposición prevaleció y la iniciativa quedó en proyecto.
Se tuvo que esperar el advenimiento de la administración del presidente Barack Obama, para que, haciendo honor a su promesa de campaña, la reforma al sistema de salud, después de 45 años de espera, se haya hecho realidad.
El domingo anterior el Congreso de los Estados Unidos aprobó la reforma, y el presidente Barack Obama, el martes de la presente semana, le puso el ejecútese para que el proyecto del Congreso se convierta en ley.
Durante el largo debate se enfrentaron nuevamente las dos visiones sobre el papel del Estado en la sociedad.
Tanto fue así, que ningún congresista del partido de oposición votó a favor del proyecto de ley.
Más aún, ciertos estados se preparan a presentar demandas de inconstitucionalidad de la ley.
Sin embargo, el hecho cierto es que con la reforma al sistema de salud, se incorporarán más de treinta millones de ciudadanos que no tienen seguro médico; y las compañías privadas de seguros estarán sujetas a nuevas regulaciones que eviten los excesos, discriminaciones y abusos.
Un paso histórico que permitirá en el futuro lograr la tan ansiada cobertura médica universal.
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