Se refieren a nosotros como mexicanos, hispanos, latinos, chicanos y hasta “invasores”. La cosa es que si eres moreno, tu inglés no es perfecto y lo hablas con acento, en Arizona estás frito. Y si encima no tienes documentos o eres olvidadizo, terminarás tras las rejas.
Así se resume la nueva y controvertida ley migratoria firmada por la gobernadora de ese estado, Jan Brewer, la cual, según ella, “protegerá a todos y cada uno de los ciudadanos de Arizona” porque convierte en grave delito el entrar sin la visa necesaria a la entidad y no sólo autoriza, sino que obliga a la policía a detener e interrogar a todos los que no sean güeros y no suenen como Shakespeare.
La legislación, que de no ser detenida por la Corte Federal entrará en vigor en agosto, no sólo exige que los cuerpos policiacos le hagan de agentes migratorios y arresten a cualquiera que parezca sospechoso de haber entrado a Estados Unidos sin documentos, sino que decreta arresto para todo aquel que no traiga consigo una identificación oficial, sin importar su ciudadanía o su condición migratoria.
Se estima que en Arizona hay aproximadamente 460 mil trabajadores sin documentos, en su gran mayoría mexicanos. La ley prohíbe contratarlos o darles cualquier tipo de empleo y castiga el brindarles transporte.
Todo esto por obra y gracia del senador estatal republicano Rusell Pearce, que redactó la ley en cuestión, la cual ha levantado enojo y polémica no sólo de grupos latinos y de defensores de derechos humanos, sino del mismo presidente Barack Obama, de autoridades mexicanas y aun de religiosos como el arzobispo de Los Ángeles, Roger Mahony, quien ha dicho que la medida es “retrógrada y hace pensar que Arizona sigue el modelo de la Alemania Nazi y las técnicas de la era comunista en Rusia”.
Pero en realidad aun cuando esta ley rebasa los límites, no debería de sorprendernos lo que está sucediendo en Arizona, un estado fronterizo ultraconservador donde la misma gobernadora fue captada en un video refiriéndose a Phoenix, la capital, como el “hoyo del infierno”.
Y qué decir de otra nueva ley recién aprobada que exige que todo candidato a presidente muestre su acta de nacimiento para ser incluido en los comicios del estado, en lo que es claramente un abierto apoyo al movimiento derechista que clama que Obama no nació en el país y por lo tanto no es un presidente legítimo.
Por si fuera poco, otra nueva legislación autoriza a todo aquel que quiera portar armas, siempre y cuando no sea un criminal convicto, a que las traiga, aun sin registrarlas y sin que se verifiquen sus antecedentes.
Pero de todo lo que sucede en Arizona el caso más triste y patético es del senador John McCain, quien, como no llegó a la presidencia, quiere reelegirse por quinta vez, aun a costa de los que eran sus principios y sus amigos, proclamando que todo latino puede ser criminal y exigiéndole a Washington que envíe tropas a las frontera para frenar el flujo ilegal de mexicanos.
El político de 73 años, que no hace mucho apoyaba fuerte y abiertamente una reforma migratoria, ahora ha hecho del tema antiinmigrante el estandarte de su reelección, moviéndose a la extrema derecha en muchos temas, pero sobre todo aprovechándose del ánimo en contra de los migrantes que prevalecen en Arizona, para ganar seguidores.
Por cierto que su contrincante, otro nativo del estado que quiere su puesto, el también conservador republicano J.D. Hayworth, recientemente levantó polémica cuando dijo que “los matrimonios del mismo sexo llevarán a que los hombres se casen con caballos”.
Y es que no hay que olvidar que Arizona fue precisamente el estado al que perteneció aquel legendario senador Barry Goldwater, conocido como el Señor Conservador, que revivió y le dio auge al movimiento político ultraderechista en la década de los 60, movimiento que parece estarse fortaleciendo con los actuales sentimientos de racismo y xenofobia.
El sentimiento antiinmigrante y antilatino de Arizona no es nuevo, pero pareció acrecentarse en las últimas semanas con el asesinato de un hacendado conocido por su bondad hacia los migrantes que atravesaban su propiedad deshidratados y hambrientos, cuya muerte aún sin resolver, se achaca a un “ilegal”.
Sin embargo, los expertos aseguran que la nueva ley es más que nada producto de la frustración hacia el gobierno federal, que no ha hecho nada por regularizar el ingreso al país de quienes no tienen papeles pero tienen necesidad. La única solución es una reforma migratoria por parte de Estados Unidos, pero sobre todo un esfuerzo por parte de México para que nadie tenga que emigrar.
cbcronica@aol.com
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