El tema me ha dado vueltas en la cabeza por varios días. Una de las cosas buenas de los viajes es que te dejan mucho tiempo para pensar. Así me he puesto a resonar en los motivos que llevaron a los norteamericanos a premiar nada menos que a los causantes de la crisis económica que agobia al mundo.
Algo que también podría pasar en Europa. Desde ya la derecha española, según encuestas, le lleva 10 puntos a los socialistas.
La burbuja inmobiliaria surgió con la complicidad de George W. Bush y de los republicanos. Ellos le dieron alas a los bancos y a Wall Street para que consumaran un fraude de dimensiones históricas, vendiendo en paquete papeles buenos con hipotecas que a ojos vista eran imposibles de pagar.
Luego, claro está, hasta los ultraliberales de los de The Economist pidieron que fuera el Estado el que sacara las castañas del fuego y los contribuyentes los que pagaran la factura.
Y hace algunos días los republicanos fueron a votar en las urnas y le dieron una importante victoria al partido del elefante.
Pero sólo la mitad de los demócratas fueron a las urnas. Y hay que preguntarse, ¿por qué? Pienso que la respuesta es porque se sienten traicionados. Creen que Barack Obama no ha cumplido lo que les prometió, que fue tibio y que no defendió el programa primigenio.
Sí, ya sé que la política es el arte de lo posible y que Barack se ha visto rodeado por presiones de aire, mar y tierra. Pero si analiza el voto verá que donde mejor le fue es en California, el estado más ambientalista de la unión. Allá donde se aprobaron leyes para defender el medio ambiente limitando la capacidad de las transnacionales de destruir el planeta para llenar de dinero el bolsillo de unos cuantos.
Y he aquí que la vida le da al primer presidente negro de EEUU la gran posibilidad de volver a encender el corazón de millones de jóvenes activistas que hicieron posible su campaña y que hoy si no se arrepienten por lo menos han perdido la fuerza. Esa nueva oportunidad se llama Cancún, donde a principios de diciembre se desarrollará la COP 16, la llamada cumbre climática.
Si Obama llega a un acuerdo que favorezca al medio ambiente, comprometiéndose a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y apoyando con platita a los países pobres que son los que más sufren con esta crisis, volverá a ser el estadista del futuro.
Si por el contrario repite la actuación de Copenhague, los republicanos tendrán allanado el camino a la Casa Blanca, pues está claro que gran parte del votante de derecha (lo han demostrado los estudios) puede tener menor coeficiente intelectual, pero le une una lealtad ciega a sus dirigentes. En conclusión, o cambian o los cambian.
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