Obama’s Resurrection

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Las inusitadas expectativas despertadas por Barack Obama al llegar a la Presidencia se difuminaron considerablemente a lo largo del año que concluye. Las elecciones parciales legislativas de Noviembre constituyeron un batacazo para el Presidente y su partido que quedaron en minoría en la Casa de Representantes. El propio Obama reconocía que le habían dado “un palizón”.

El péndulo de muchos comentaristas pasó al lado negativo. El Mesías aparecía un tanto ‘groggy’ y no le resultaría sencillo recuperarse. Sus designios políticos saltaban por los aires.

La realidad de estos dos meses no ha sido, sin embargo, tan sombría para Obama. El Presidente ha cosechado varios éxitos de relumbrón. Hubo un inicial contratiempo, un juez declaraba anticonstitucional un precepto importante de la reforma sanitaria de Obama, el que impone a los particulares la obligación de comprar un seguro médico. Los adversarios del Presidente saltaban de gozo pero la Casa Blanca no parece preocupada en exceso, la reforma no entra en vigor hasta el 2014 y en estos dos años creen que la batalla legal, que debería llegar al Supremo, se inclinará del lado de la Administración y de los que defienden la constitucionalidad de la ley. Ello, a pesar de que ésta es hoy vista con creciente escepticismo por la opinión pública. La imperiosidad de la existencia de un seguro médico general en una sociedad desarrollada no ha calado totalmente en Estados Unidos.

Las buenas noticias se han acumulado en las últimas semanas. Obama consiguió un compromiso presupuestario importante con los republicanos, tuvo que hacer concesiones de calado pero la nueva distribución de fuerzas en las Cámaras las hacían inevitables. La opinión pública respiró satisfecha. Más tarde el Presidente supo encontrar fisuras en los republicanos para aprobar un tratado internacional y una medida trasnochada. 13 representantes republicanos se pasaron a las filas demócratas para ratificar el importante tratado de reducción de armas estratégicas con Rusia y otros 23 se unieron al Presidente para abolir la ley que impedía que un homosexual admitiera públicamente su condición sirviendo en las Fuerzas Armadas. Los tres logros han resultado ser claramente populares en la opinión pública. El Presidente recibe un importante un importante balón de oxígeno y su cota de aceptación pasa en algunas encuestas de 45 a 48%, cifra modesta para alguien que inició su mandato con 69% pero que para sí quisieran Zapatero, Sarkozy o Berlusconi o incluso el propio Congreso de Estados Unidos que se mueve en el 19% de aceptación. Obama, a pesar de su descenso, sigue siendo el político más apreciado del país. No está, ni mucho menos, noqueado

Enfundado, como en la cuestión presupuestaria, en el realismo Obama va a tener que rebobinar en el tema de Guantánamo. El centro de detención no podrá ser cerrado aunque él prometiera hacerlo en el plazo de un año en Enero de 2009. Ha reducido el número de reclusos, ahora son 174, muchos de ellos yemenitas, pero el problema está en que no hay donde colocarlos. Los aliados de Estados Unidos son cicateros a la hora de acoger a presuntos terroristas, el Congreso americano acaba de votar una disposición que impide financiar locales en Estados Unidos para el traslado de reclusos de Guantánamo y, este es el quid de la cuestión, el Gobierno de Obama, como ocurría, ¡oh, cielos!, con el de Bush, es reacio a juzgar a prisioneros considerados terroristas pero para los que no existen pruebas suficientes que puedan ser expuestas en público sin poner en peligro la seguridad de personas o la de operaciones de inteligencia. Por ello los mantiene en el limbo de Guantánamo. El Pentágono ha indicado que esta resolución afecta a 48 de los reclusos.

El gobierno va a aprobar un decreto que plasmará el derecho de los detenidos a cuestionar su encarcelamiento en estas condiciones nebulosas pero el cierre del centro en Cuba queda aplazado sine die. La dilación no afectará en absoluto a la popularidad de Obama, es sabido que el sistema jurídico estadounidense establece diáfanamente que una persona es o juzgada o puesta en libertad pero en el caso de los terroristas los ciudadanos están dispuestos a cerrar los ojos sin escrúpulos.

Digamos, por último, que las filtraciones de Wikileaks no han hecho el menor remolino en Estados Unidos. Su diplomacia, se comenta, sale reforzada y ha habido sonrisitas sobre la revelada conducta de algunos dirigentes extranjeros, incluidos los nuestros.

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