Viernes, 28 de Enero de 2011 / 08:06 h
El viaje del Presidente Obama a El Salvador: importancia y significado
Dr. Victor M. Valle
La noticia ha circulado: a fines de marzo del año en curso, el Presidente Obama visitará El Salvador. El hecho merece algunos comentarios y reflexiones.
El anuncio de la visita a El Salvador se hizo en un evento de gran notoriedad política: el informe anual presidencial del Presidente Obama al Congreso Bi-cameral de los Estados Unidos. Eso da a la visita una relevancia que merece analizarse.
Cuando escuché en vivo el discurso de Obama, de más de una hora de duración, concluí que este discurso –obra maestra de oratoria política- era ni más ni menos un relanzamiento de Obama hacia las grandes batallas por mantenerse en la Presidencia después del 2013.
Obama habló de la grandeza y la singularidad de Estados Unidos y de su posible futuro. Estados Unidos, dijo, es la economía más grande del planeta, más que todas juntas de China, Japón, Alemania y Francia.
El ceremonial fue muy solemne. Transcurrieron más de cinco minutos de prolongados aplausos entre el anuncio del arribo del Presidente hasta que lo dejaron hablar en el pódium.
El discurso contuvo frases impactantes sobre economía, inmigración, homosexuales en el ejército, innovaciones necesarias, desafíos en educación, necesidades de infraestructura, sistemas de salud que no exploten a los pacientes, duplicaciones burocráticas, importancia de la familia, las luchas por la democracia en Túnez y el compromiso ético de estar siempre del lado de la salvaguarda de los intereses del pueblo.
Es en ese contexto que Obama, casi al final del discurso, anunció que, para forjar nuevas alianzas para el progreso en las Américas, hará pronto un viaje a Brasil, Chile y El Salvador.
Y acotó que debe trabajarse con aquellos que asumen sus responsabilidades en cuanto a que los campesinos produzcan más alimentos y los médicos curen más enfermos y, principalmente, a combatir la corrupción que descompone las sociedades y quita oportunidades para el pueblo.
El gobierno de El Salvador ha de estar muy satisfecho. Esto sin duda es un logro de la política exterior actual.
Es promisorio que Obama y sus analistas diplomáticos hayan escogido estos tres países como emblemáticos y con algún tipo de representatividad en la región. Los tres países tienen un pasado de dictaduras crueles y torturadoras que contaron con el patrocinio de gobiernos anteriores de Estados Unidos: Pinochet en Chile, la dictadura militar de Brasil y la larga dictadura de El Salvador por la que hubo guerra civil. Y los tres países han recorrido un magnífico y heroico camino para construir su democracia que ojalá sea firme y duradera y cada vez más profunda.
Obama entonces puede enmendar errores de política exterior y emprender alianzas de nuevo tipo. Ojalá así sea.
Los Presidentes de El Salvador han tenido peculiares estilos de elogiar al estamento de poder de Estados Unidos. Duarte besó la bandera de Estados Unidos, mientras era Presidente de El Salvador. Flores dijo que su mayor orgullo era que G.W. Bush lo hubiese llamado amigo.
(Como si en política hubiese amigos). El actual Presidente Funes dijo en su discurso inaugural que uno de sus referentes políticos era Barack Obama. Sin duda, el estilo más exitoso ha sido el del Presidente Funes, pues Obama ha anunciado, con la visita a El Salvador y otros países, un punto de inflexión en la historia de las relaciones inter-americanas.
Es importante reflexionar sobre los parámetros que fija Obama en su discurso: su gobierno quiere socios que asuman sus responsabilidades en las áreas de salud y seguridad alimentaria y en el combate a la corrupción.
Es fácil deducir que Obama y sus asesores han concluido que el actual gobierno de El Salvador ha hecho algo para que los campesinos produzcan alimentos, el sistema de salud cure enfermos y se elimine la corrupción como práctica sistemática de los líderes del gobierno. Y eso es buena noticia.
Pero también es lógico concluir que, si algo debe resultar de la vista de Obama, es un sólido compromiso estratégico para progresar en materia de salud para todos, seguridad alimentaria para las grandes mayorías y erradicación la corrupción en la función pública y en la actividad empresarial. Y eso es posible y necesario.
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