¿Qué tan frágil resulta ser la recuperación de la economía mundial? ¿Existe la posibilidad real de que se produzca en Estados Unidos una recaída de las actividades productivas, comerciales y financieras?
Por lo pronto la recuperación de la economía mundial luce un tanto incierta. Desde Estados Unidos llegan preocupantes noticias acerca del aumento del desempleo, al tiempo que en la Unión Europea aumentan los desembolsos financieros para ir al rescate de paises que, como Grecia y Portugal, se encuentran en serias dificultades para honrar sus compromisos financieros externos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) acaba de alertar sobre la evidente perspectiva de desaceleración de la economía mundial.
La OCDE advierte acerca de la persistencia del incremento en el precio internacional del petroleo, así como de los programas de rescate financiero a países de la zona euro que experimentan serias dificultades para cumplir con el pago de sus obligaciones externas. A todo lo expresado hemos de agregar las noticias desalentadoras que en materia laboral llegan desde Estados Unidos.
El Departamento de Trabajo de EE.UU. acaba de revelar que durante el mes de mayo pasado tan sólo se generaron unos 54 mil puestos de trabajo, cuando las expectativas giraban en torno a un incremento de …¡150 mil nuevas plazas laborales! La tasa de desempleo se mantiene por encima del 9 por ciento.
¿Cómo apostar a una recuperación sostenida en momento en que los indicadores laborales evidencian una falta de generación de nuevos empleos dentro de la geografía económica norteamericana?
Pero lo cierto es que por los predios de la Casa Blanca se ha posado una sombra de preocupación ante el citado panorama, a tal punto que el presidente Obama luce desconcertado ante la lentitud que muestra el proceso de recuperación económica. Habló de “vientos en contra”, entre los cuales ha citado a los elevados precios de la gasolina, el terremoto en Japón y las inquietudes por la situación fiscal europea.
Pero resulta que el principal viento que sopla sobre la geografía económica norteamericana es causado por un factor interno: el astronómico déficit fiscal que ya representa el 11 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Semejante realidad se hace insostenible, al decir de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal.
Y ante semejante realidad el Fondo Monetario Internacional (FMI) sólo se ha limitado a formular una tímida exhortación al gobierno estadounidense para que preste atención a los desequilibrios fiscales, sin demandar la aplicación de un paquete de medidas económicas restrictivas tendente a reducir el déficit presupuestal. La aplicación rigurosa de semejante programa de ajuste se impone a los países deudores subdesarrollados.
Lo cierto es que la actual recuperación de la economía norteamericana luce frágil y lenta, pues mientras subsista un elevado desempleo, unido a un creciente déficit fiscal y un astronómico endeudamiento público no hay razones para apostar a la superación de los problemas estructurales que agobian a la tierra del billete verde.
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