Petraeus

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El general David Petraeus ha cedido el mando del teatro afgano para asumir la dirección de la CIA. Difícilmente volverá a ponerse al frente de una fuerza militar. Con su retirada se pone fin a una de las carreras militares más interesantes del Ejército norteamericano, pero también se evidencia el grave deterioro de la influencia de EE.UU. en el mundo. Petraeus es un ganador, por eso mismo se le quita de en medio cuando Obama se dispone a aceptar una humillante derrota.

Petraeus es un especialista en contrainsurgencia formado en la escuela francesa, en las lecciones de la Guerra de Argelia. Fue el último clavo al que se pudo asir el presidente Bush cuando el desastre de la Guerra en Iraq llevó al Congreso a considerar la vuelta de las tropas. Petraeus revisó la doctrina de contrainsurgencia, la adaptó al entorno iraquí, se ocupó de su aplicación y logró en un tiempo menor del previsto dar la vuelta a la situación y pacificar el frente suní. La Guerra en Iraq se ganó, aunque los retos políticos pendientes aún sean grandes.

Obama le llevó a Afganistán para tratar de reconducir la situación. El general estableció una nueva estrategia con la que lograr la victoria, pero en esta ocasión no tenía tras de sí a un presidente comprometido capaz de enfrentarse al Capitolio. Obama nunca creyó en la victoria y nunca estuvo dispuesto a asumir los costes que implicaba: más tropas durante más tiempo. El presidente utilizó al general para dar verosimilitud a una política que siempre fue de salida. Cuanto más repetía que ésta sí era la guerra justa que había que ganar, más se empeñaba en adelantar la retirada de las tropas.

Petraeus puede ser útil desde la CIA, porque la inteligencia juega un papel capital en la contrainsurgencia, pero su relevo responde a la conveniencia de retirar a un general del campo de batalla en el momento en que su estrategia está siendo abandonada.

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