Los referentes islamófobos de Breivik en EEUU
Aunque en su manifiesto de 1.500 páginas Anders Behring Breivik justifica su horrible matanza del pasado viernes en las políticas multiculturales supuestamente aplicadas por varios gobiernos europeos, entre sus fuentes de inspiración intelectuales se encuentran algunos de los más célebres islamófobos estadounidenses, como Robert Spencer o Pam Geller.
En concreto, como informa hoy The New York Times, Breivik cita a Spencer hasta 64 veces en sus escritos. Spencer es autor de la página web www.jihadwatch.org, co-fundador de la organización “Stop Islamization of America”.
Además, es autor de una decena de libros en los que explora los peligros del islam, y de la llegada de inmigrantes musulmanes a EEUU. Entre ellos, destaca el best sellers: “The Truth About Muhammad: Founder of the World’s Most Intolerant Religion”.
A menudo, Spencer hace tándem con Geller, autora del blog Atlas Shrugs y de declaraciones tan inflamatorias como la que califica al islam como la ideología “más genocida del mundo”. Juntos lanzaron una campaña contra la construcción de una mezquita cerca de la Zona Cero de Nueva York, y otra con anuncios en los autobuses en los que instaban a los musulmanes a abandonar “la falsedad del islam”.
El otro panfleto islamófobo de EEUU admirado por Breivik es el blog The Gates of Vienna, en referencia al asedio al que estuvo sometida la capital austriaca por las tropas otomanas en 1683. Precisamente, esta efeméride es la que lleva a Breivik a situar en el año 2083, 400 aniversario del asegio, la fecha de la guerra civil europea que “limpiará” a Europa de toda influencia islámica.
Ante las acusaciones que lo señalan como el autor intelectual de la masacre, Spencer se ha defendido en su página web con el siguiente argumento: “Charles Manson creía que oía instrucciones para matar en la canción de los Beatles “Helter Skelter”, y cometió una masacre. No había instrucciones para matar en la canción … No hay, para ninguna persona cuerda, ningún inspiración para herir a alguien en mi trabajo”.
Ciertamente, no se puede atribuir la autoría intelectual de un atentado a una persona porque sus escritos hayan influido a otra a cometer un acto violento, a menos que en los textos se incite al uso de la agresión como método.
Ahora bien, Spencer sí debería reconocer que sus declaraciones y las de otros islamófobos, por desgracia muy populares entre un segmento de la sociedad norteamericana, constituyen un caldo de cultivo que pueden degenerar en violencia.
La comparación con la canción de los Beatles no es válida, pues no había unos postulados ideológicos compartidos entre el cuarteto de Liverpool y Manson, pero sí entre Spencer y Breivik, del que aún nadie ha demostrado que sea realmente un desequilibrado mental y no un simple fanático.
Cuando se estigmatiza a una persona por su simple adscripción a un grupo, ya sea étnico o religioso, se están generando las condiciones para que alguna persona o grupo lleve la lógica un paso más allá, y cometa un acto violento.
Como decía el experto anti-terrorista Marc Sageman en el The New York Times, Spencer y compañía han proporcionado “la infraestructura intelectual” de la que ha surgido Breivik. La retórica del odio islamófobo nunca sale gratis.
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