U.S. Politics: Quasi-Dysfunctional

<--

Los padres fundadores de EEUU diseñaron el sistema político para que incluyera “checks and balances” en el gobierno del país, es decir, mecanismos para impedir que una mayoría gozara de un poder absoluto que le permitiera gobernar sin tener en cuenta las necesidades y deseos de la minoría.

Ello provoca que cualquier cambio legislativo importante deba contar con una amplio consenso para ser aprobado. En algunos casos, este requerimiento es positivo, porque permite una mayor deliberación, pudiendo dar lugar a un mejor texto. En otros, sobre todo en cuestiones urgentes, es más bien negativo, porque dilata en exceso el proceso legislativo.

En términos generales, este sistema ha funcionado de forma razonable durante más de dos siglos, y de ahí la veneración que existe en EEUU por la Constitución. Sin embargo, varias tendencias experimentadas durante los últimos años en la política norteamericana amenazan con convertir este elogiado sistema en disfuncional.

Probablemente, no existe mejor muestra de ello que el actual debate sobre la elevación del techo de endeudamiento. A pesar de que tanto los líderes republicanos como demócratas reconocen de las graves consecuencias que presentaría una suspensión de pagos, parecen incapaces de llegar a un acuerdo de compromiso. Es decir, el Congreso no puede cumplir los deberes y responsabilidades que le asigna la Constitución, como lo es el cumplir con sus obligaciones de pago.

Quizás el más claro síntoma de la semi-disfuncionalidad del sistema actual es que ni el líder de la Cámara de Representantes, John Boehner, ni el del Senado, Harry Reid, son capaces de conseguir tan siquiera que su propia cámara legislativa, en la que tienen la mayoría, apruebe sus respectivos planes. Así pues, lograr que lo haga la otra cámara, controlada por el adversario, ya es pura utopía.

Especialmente, dos son las tendencias que han traído este clima hiper-partidista en la política estadounidense: el ascenso de las cadenas de información 24 horas, y otros medios, con un punto de vista claramente sesgado; y el “secuestro” de los procesos de primarias por parte de los grupos más radicales dentro de los dos grandes partidos, lo que lleva a la elección de muchos congresistas escorados ya sea a derecha o a izquierda.

Ante esta situación, numerosos expertos han recomendado dos cambios podrían ayudar a engrasar la maquinaria política de EEUU:

1) Realización de primarias abiertas en las que puedan participar los independientes, o incluso toda la ciudadanía. Actualmente, en la mayoría de procesos de primarías, sólo pueden participar los afiliados de cada partido. Abrir el proceso haría que los candidatos en lugar de competir por ser el más izquierdista-derechista al gusto de las bases, también deberían buscar atraer a votantes centristas.

2) Aumento de la minoría de bloqueo en el Senado. Actualmente, se cifra en 40 senadores, lo que significa que cualquier cambio legislativo requiere una supermayoría de 60 senadores. Por ejemplo, se podría elevar a 45. Como esta cifra está estipulada en el reglamento de la Cámara Alta, y no en la Constitución, su modificación es mucho más simple. Siempre y cuando haya voluntad política, claro.

About this publication