Ya hace tiempo que Warren Buffet, un inversor con un olfato tan afinado para los negocios que está considerado el tercer hombre más rico del mundo, pide a gritos pagar más impuestos. Durante las elecciones del 2008, declaró que su secretaria, proporcionalmente, pagaba más impuestos que él.
Ahora, ha vuelto a azuzar la polémica con un artículo de opinión en The New York Times en el que acusa a los políticos de Washington de “mimar” a las rentas más altas, y solicita que suba el gravamen sobre los estadounidenses más acaudalados, una petición que coincide con la posición de Obama durante el debate sobre techo de endeudamiento.
Antes de responder a la pregunta de si las rentas altas pagan lo suficiente, hay varios datos que se deben tener en cuenta. Para empezar, las diferencias entre ricos y pobres han alcanzado su nivel más alto en EEUU desde que se poseen estadísticas sobre este asunto. Mientras el 10% más rico acumula casi el 50% de la riqueza del país, el 20% más pobre sólo obtiene el 3,4% de la renta nacional.
Según los expertos, estos datos se deben sobre todo a los recortes fiscales de Bush, que si bien beneficiaron a las clases medias, eran mucho más generosos para las rentas más altas. Gracias a ello, el tipo impositivo para las grandes fortunas, del 35%, es el más bajo de la historia contemporánea.
Por otro lado, uno de los aspectos que critica Buffet en su artículo en The New York Times es el gravamen de las rentas de capital, que se sitúa en el 15%. Sin embargo, la realidad es que los dividendos que ofrecen las empresas ya ha recibido una carga superior, ya que los beneficios de las grandes empresas reciben una carga teórica del 35%.
Aumentar ese 15% de las rentas de capital, como sugiere Buffet, es discutible desde dos puntos de vista: violaría el principio de “doble imposición” que rige los sistemas de la mayoría de países con un fuerte Estado de derecho; y desincentivaría la inversión, uno de los motores de la economía.
Ahora bien, en muchos casos, gracias a las numerosas exenciones fiscales presentes en el código actual, para cualquier empresa o individuo acaudalado con un buen asesor fiscal, es posible rebajar de forma sustancial ese teórico tipo impositivo máximo del 35%.
De ahí que numerosos congresistas, tanto republicanos como demócratas, hubieran apostado durante el debate sobre la elevación del techo de la deuda por rehacer el código fiscal para simplificar el galimatías en el que se ha convertido, eliminando la mayoría de exenciones, y a la vez, reduciendo los tipos impositivos.
Este cambio aportaría una mayor transparencia al sistema fiscal, y permitiría saber mejor cuánto aporta cada uno. A buen seguro, será uno de los temas que abordará el “supercomité” encargado de reducir la deuda, y la adopción de esta medida puede ser una de las pocas en las que coincidan miembros de ambos partidos.
Al final, para la mayoría de gente, la respuesta a la pregunta que se plantea en el título del artículo depende sobre todo de un juicio moral. ¿Es injusta una sociedad en la que las diferencias entre ricos y pobres son enormes?
Sin embargo, bajo mi punto de vista, existen consideraciones prácticas también a tener en cuenta. No existen estudios concluyentes al respecto, pero mi intuición y experiencia vital me dice que aquellas sociedades tremendamente desiguales tienden a ser más violentas.
Así pues, coincido en el diagnóstico con Buffet, pero no en la receta. En lugar de cambiar la imposición a las rentas de capital, reformemos el código fiscal para hacerlo más transparente.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.