Train Wreck

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Posted on October 6, 2011.

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La diferencia de Estados Unidos y Europa en torno a la crisis financiera que se cierne sobre el planeta está lejos de constituir un choque de trenes. De la misma forma en que el tenso pulso entre el presidente Brack Obama y la oposición republicana para superar la crisis que puso a Estados Unidos al borde de la bancarrota, también había que prever una salida al impasse para rescatar el euro. Ambas caídas eran demasiado estrepitosas y arrastrarían no sólo a la clase política, sino a un establishment que garantizado un relativo equilibrio a uno y otro lado del Atlántico. Sin las lluvias ácidas que podían temerse, las contradicciones entrañan sus lecciones, sobre todo para países como República Dominicana que se comportan como si nada pasara. Si este país sobrevió a la debacle de 2008, de la que una economía tan poderosa como la de Estados Unidos no se ha recuperado, se debió, según han confesado algunos funcionarios, a Petrocaribe, el acuerdo a través del cual Venezuela financia parte de la factura petrolera. Hay quienes también sostienen que el endeudamiento y factores coyunturales fueron claves para minimizar la repercusión de una crisis de efectos devastadores. El presidente estadounidense, que se la jugó con las regulaciones a Wall Street para evitar otra catástrofe, ha advertido que la crisis fiscal europea está asustando al mundo, al tiempo de acusar a sus líderes de no actuar con la suficiente rapidez en sus decisiones. Obama favorece medidas más radicales contra los déficits. Su preocupación es lógica, aunque la tormenta sobre el euro se haya disipado con el visto bueno de Alemania para la creación de un fondo de rescate. En otros tiempos la disputa generaba sus fanatismos, pero hoy provoca pánico por la dependencia de medio mundo de esos dos grandes mercados. Un pulso entre Estados Unidos y Europa nada bueno presagia, ni siquiera para las grandes economías emergentes.

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