Changing of the Guard in Washington

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La diplomacia de Estados Unidos hacia Latinoamérica, cuya jefatura ha estado en el limbo durante meses, recibió un pequeño impulso la semana pasada cuando el presidente Barack Obama designó a Roberta S. Jacobson como encargada de asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado.

Pero la designación, por sí sola no logrará revertir la gradual pérdida de influencia estadounidense en la región.

Es cierto que Jacobson, una diplomática de carrera, tiene buena reputación en el pequeño mundo de funcionarios y académicos de Washington que siguen de cerca los asuntos latinoamericanos.

A diferencia de su predecesor Arturo Valenzuela, un académico cuya nominación en el 2009 fue bloqueada durante varios meses por republicanos conservadores en el Congreso, lo más probable es que el Senado confirme rápidamente a Jacobson.

La presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros-Lehtinen, republicana de Florida, una de las voces más críticas en el Congreso de los intentos de Obama de tender puentes hacia Venezuela, Cuba y otros gobiernos antiestadounidenses, me dijo la semana pasada que Jacobson tiene “gran conocimiento y experiencia práctica en Latinoamérica”.

Mi interpretación: los republicanos no van a bloquear su nominación.

La designación de Jacobson pondría fin a los cinco meses que el cargo estuvo vacante, tras la renuncia de Valenzuela.

Antes de su actual cargo como encargada interina de la oficina de asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Jacobson ocupó entre otros cargos el de directora de asuntos mexicanos, y fue la número dos de la embajada de Estados Unidos en Perú.

Una fuente republicana bien situada del Congreso me dijo que Jacobson “es una muy competente diplomática de carrera, pero no hay que esperar que presente grandes iniciativas, ni que cambie mucho las cosas.

Será una tecnócrata eficiente”. Ideológicamente, “estará justo en el medio” entre demócratas y republicanos, agregó.

Otra fuente legislativa, de la bancada demócrata, coincidía en que Jacobson será “una buena administradora de programas”.

Entre los temas más urgentes que deberá enfrentar Jacobson, si es confirmada en su cargo, están la muy postergada ratificación estadounidense de los acuerdos de libre comercio con Colombia y Panamá, la escalada de violencia en México, y la próxima Cumbre de las Américas a celebrarse en abril del 2012.

En un espectro más amplio, tendrá que tratar de mejorar los vínculos con la región en momentos en que China ha eclipsado gran parte de la influencia de Estados Unidos en los países suramericanos exportadores de materias primas.

Según un reciente informe de las Naciones Unidas, el porcentaje de las importaciones totales de Latinoamérica que vienen de Estados Unidos ha caído del 55 por ciento en el 2000 al 32 por ciento en el 2009, mientras que el porcentaje de exportaciones latinoamericanas que van a Estados Unidos cayó del 61 por ciento al 42 por ciento durante el mismo periodo. Y las inversiones de Estados Unidos también representan un porcentaje menor de las inversiones totales en la región que hace 10 años.

Mi opinión: una rápida confirmación de Jacobson en el Senado ayudaría a agilizar la maquinaria diplomática de Estados Unidos en Latinoamérica, pero no será sustituto de la falta de un plan estratégico para establecer vínculos a largo plazo con la región.

Coincido con Obama en que Estados Unidos debe convertirse en un “socio igualitario” de Latinoamérica, como me dijo el presidente en una entrevista reciente.

Y Obama ha hecho algunas cosas buenas en la región, como lanzar un programa para aumentar a 100.000 el número de estudiantes estadounidenses que irán a Latinoamérica, y viceversa.

Pero el hecho es que mientras gobiernos estadounidenses anteriores lanzaron planes ambiciosos como la Alianza para el Progreso, la Iniciativa de Comercio de las Américas, o el Area de Libre Comercio de las Américas, Obama no ha propuesto ninguna iniciativa regional importante.

Lo que es peor, no hay en su gabinete grandes defensores de Latinoamérica, un factor clave para concentrar la atención de la Casa Blanca en la región.

Nueva iniciativa

Ahora que Obama está planeando su campaña para un segundo periodo, debería empezar a pensar en una nueva iniciativa comercial hemisférica para crear cadenas de valores que permitan a las empresas estadounidenses comprar más componentes hechos en Latinoamérica, para aumentar sus exportaciones al resto del mundo, y competir mejor con los asiáticos.

Eso ayudaría tanto a Estados Unidos como a Latinoamérica.

Estados Unidos ya es un socio comercial más atractivo que China en la región: compra mayormente productos manufacturados de Latinoamérica, mientras que China compra casi sólo materias primas, que producen pocas ganancias económicas para la región.

Es una ventaja que Washington debería profundizar, para beneficio de ambas partes. Asimismo, Obama debería iniciar muchos más intercambios académicos, científicos y tecnológicos.

Es hora de que Obama piense en términos mucho más ambiciosos sobre Latinoamérica, si no quiere que Estados Unidos pierda cada vez más terreno en la región.

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