¿Hacia una nueva ‘guerra fría’?
Por: SERGIO MUñOZ BATA | 9:09 p.m. | 21 de Noviembre del 2011
Durante su gira por los países de la cuenca del Pacífico, Obama anunció un cambio trascendental.
Después de tres años de vanos intentos por romper con los postulados centrales de la política exterior de su antecesor, el presidente Barack
Obama recién ha anunciado un cambio fundamental en su estrategia de seguridad nacional.
En territorio australiano, la semana pasada Obama se comprometió a incrementar la presencia militar estadounidense en esa zona y a
restablecer el papel de EE. UU. como la gran potencia económica y militar en la cuenca del Pacífico. “Después de una década en la que
peleamos dos guerras que nos costaron sangre y fortuna, EE. UU. enfocará ahora su atención en el vasto potencial que representan los países
asiáticos y del Pacífico”, dijo Obama. Así, la “guerra contra el terrorismo” que definió la política exterior de George W. Bush, y propició la
ocupación militar masiva de Irak y Afganistán, llega a su fin, aunque, según voceros de la administración, el combate contra los terroristas por
otros medios se intensificará.
En su gira por la cuenca del Pacífico, Obama dijo que su objetivo es incrementar el intercambio comercial con los países del área e iniciar
conversaciones para negociar tratados de libre comercio con ocho de ellos. Mientras la Unión Europea y EE. UU. continúan atascados en su
laberíntica crisis económica es imperativo que EE. UU. vuelva la vista al Oriente y se plantee competir abierta y frontalmente con China, que se
ha convertido en el principal socio comercial de la mayoría de los países de la región.
Esto sucede en un momento en el que la relación comercial entre China y EE. UU. sigue siendo problemática y profundamente injusta para EE.
UU., y mientras China aumenta su presencia militar en la región de manera desproporcionada. Tanto, que varios países de la región del
Pacífico, principalmente Filipinas y Vietnam, le han comunicado a la administración de Obama su inquietud por las maniobras del gobierno
chino para apropiarse de aguas territoriales ricas en recursos naturales próximas a sus costas y le han pedido que intervenga para obligar a que
dichas disputas sean ventiladas en foros internacionales. También se le ha pedido que fortifique su presencia militar en el mar de China
meridional.
Este es el trasfondo del anuncio de Obama en Canberra sobre el futuro despliegue de tropas norteamericanas en el océano Pacífico. Y como
es de suponerse, China ha reaccionado acusando a la administración de Obama de intensificar las tensiones militares en la región y
advirtiéndoles a los países del área que buscar una alianza militar con EE. UU. no necesariamente convendría a sus intereses, según dijo el
vocero del ministerio de Relaciones Exteriores chino.
Obama ha respondido diciendo que el desplazamiento de tropas obedece a peticiones concretas no solo de los países más pequeños del área,
sino de Japón e India, que temen que China intente apropiarse por la fuerza del liderazgo de la región.
Podría ser, como ha dicho Zbigniew Brzezinski, quien fue el asesor en seguridad nacional de Jimmy Carter, que la nueva política exterior de
Obama “fuera malinterpretada como una política de ‘contención’ de China y que el malentendido provocara una indeseada reacción hostil”. Por
otro lado, y siguiendo con el paralelismo que Brzezinski propone al recordar la famosa política de ‘contención’ de la Unión Soviética que formuló
el legendario diplomático norteamericano George F. Kennan, podría ser que esta nueva versión de la política de contención le permitiría a EE.
UU. esperar pacientemente a la implosión del régimen chino, como sucedió con la Unión Soviética, y tal y como Kennan lo predijo.
Cualquiera que sea el caso, es evidente que este replanteamiento de la política exterior de Estados Unidos conlleva enormes riesgos.
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