Es difícil predecir si emergerá pronto el contendiente de Barack Obama.
El presidente Barack Obama está en aprietos ahora que arrancó el proceso electoral del Partido Republicano rumbo a noviembre. Todavía no tiene contrincante a quien dirigir sus mejores dardos y su flanco más débil, la economía, ya se transformó en el arma preferida de los candidatos que hasta hace días se dedicaban a aglutinar votos conservadores con argumentos divisorios sobre aborto, matrimonios del mismo sexo e interpretaciones bíblicas sobre cómo deberían ser los sistemas de salud y educación.
Es difícil predecir si emergerá pronto el contendiente de Obama en el larguísimo proceso electoral republicano que se inició esta semana en el estado de Iowa y terminará en agosto en Florida con la Convención Nacional. Pero por lo que escuchó apenas terminado Iowa, en boca de los dos mejor posicionados, Mitt Romney, ex gobernador de Massachusetts, y Rick Santorum, ex senador por Pensilvania, Obama ya puede adivinar que lo acusarán de todo en materia económica, en especial, por crear un gobierno grande, deficitario y consumidor de recursos e impuestos.
Los candidatos republicanos, después de meses de necia lucha fratricida en la que compitieron para ver quien se mostraba más conservador, saben que para retomar la Presidencia no tienen otra alternativa que apuntar al talón de Aquiles del Gobierno, como hizo el ex presidente demócrata Bill Clinton en 1992 para arrebatarle la Casa Blanca a George H. W. Bush. Por aquel entonces, la reelección de Bush parecía asegurada por sus éxitos en materia de relaciones exteriores, hasta que Clinton, con su lema es “la economía, estúpido”, puso en el tapete lo que más importa y moviliza a los electores durante una recesión.
Después de tres años, Obama hace agua, por más que insista en acusar a los republicanos de obstrucción y del lastre del pasado. En encuestas recientes, los economistas lo acusan de poca maniobrabilidad para sacar al país adelante y predicen que su reelección no está garantizada. Las críticas son muchas. La economía no ha repuntado, el déficit se ha incrementado, los paquetes de estímulo fueron insuficientes o mal diseñados, el mercado de la vivienda sigue deprimido, la confianza del consumidor sigue en baja y, lo peor, no resolvió el grave problema del desempleo, todavía por arriba del 8%, una cifra que no le ha permitido a ningún presidente ganar una reelección.
Obama preferiría que el candidato republicano quede definido en las elecciones de este próximo martes en New Hampshire o en las de 21 de enero en Carolina del Sur o por lo menos para el 31 en la Florida. De esa forma, ya tendría un blanco directo de carne y hueso y no tendría que estar culpando a grupos abstractos de senadores y diputados republicanos por obstruir todos sus planes para sacar al país de la recesión.
Pero pese a que el mormón Romney y el católico Santorum en Iowa picaron en delantera, y que la congresista Michel Bachmann abandonaron la carrera, no se puede descartar a los demás.
Como Clinton en 1992, el presidente Obama y los republicanos saben que la economía es otra vez la clave para ganar las elecciones. La estupidez, sería que queden en deuda con otros temas también importantes como inmigración, salud y educación.
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