Estados Unidos ha enfriado los ánimos del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, que el viernes anunció que Washington le había dado “garantías”de que retiraría “con rapidez” la tierra de Palomares contaminada con plutonio. El Departamento de Estado afirma que “no hay decisión final sobre la limpieza” y el propio Margallo reconoció ayer que aún quedan cuestiones técnicas.
El Departamento de Estado afirmó en un comunicado que los dos países “siguen negociando” al “máximo nivel” y recordó que EE UU “ha colaborado con las Autoridades españolas durante más de 40 años”.
Margallo trató ayer, en su primera reunión bilateral con su homóloga estadounidense, Hillary Clinton, el asunto de Palomares. Tras el encuentro, celebrado durante la conferencia de seguridad de Múnich, el ministro destacó que Clinton se había declarado “personalmente comprometida con que el asunto se resuelva bajo su mandato”.
El ministro español precisó sin embargo que no se podían todavía precisar fechas, porque la cuestión quedaba a la espera “de las respuestas técnicas por parte del Gobierno de EEUU”, ya que las “agencias involucradas en el tema todavía están negociando entre ellas”.
Según fuentes próximas a la negociación, al ser un tema que afecta a desechos nucleares en el exterior, el asunto está pendiente de discusión en el Consejo de Seguridad Nacional, un órgano en Washington adscrito a la Casa Blanca en el que participan varios departamentos. Este caso afecta a Defensa, Energía y al Departamento de Estado.
Margallo subrayó que había recibido de Clinton “el máximo que un político responsable puede decir en una circunstancia como esta, cuando hay temas procedimentales que resolver”.
España comenzó en 2004 una negociación diplomática con EE UU para que se llevara los restos de tierra contaminada. Del accidente de dos aviones de la Fuerza Aérea de EE UU en 1966 aún queda medio kilo de plutonio que contamina unos 50.000 metros cúbicos de tierra. España no tiene un almacén capaz de albergar estos residuos y exige que Washington se los lleve.
El problema es que EE UU teme sentar un precedente respecto a otros países donde ha realizado pruebas nucleares. Durante años, EE UU ha eludido dar una respuesta clara sobre si aceptará llevarse la tierra contaminada, aunque sí colaboró económicamente y con técnicos en el gran estudio que España terminó en diciembre de 2008 sobre la contaminación radiactiva que quedaba.
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