Todos somos socialistas
28MAR 2012 00:50
Todos somos socialistas con nosotros mismos y ultraliberales con los demás. O sea: todos pensamos que tenemos derecho a que el Estado nos ayude, pero los otros deben buscarse la vida.
“Quita las manos del Estado de mi Medicare”. En el verano de 2010, en un mitin de un representante demócrata, un anciano gritó eso. Gran verdad, de no ser porque el Medicare es un programa de asistencia sanitaria a los ancianos. O sea, que el Estado es el Medicare.
No es, desgraciadamente, un caso aislado. Cuando Medicare fue creado, nada menos que Ronald Reagan, entonces actor, explicó que era el principio del comunismo en Estados Unidos. Su mensaje, memorable, acababa con un: “Si este programa, os prometo, es aprobado (…) un día de éstos vamos a pasar los años de nuestro ocaso contando a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos cómo era Estados Unidos cuando era libre”.
Reagan debió de empezar a beneficiarse del Medicare alrededor de 1975, y siguió gozando de él hasta que se murió. A mí no me consta que hoy en Estados Unidos la gente se siente a contar a sus hijos lo libres que eran antes de tener Medicare. Pero el 40% de la gente que está en este sistema dice que nunca ha recibido ninguna ayuda del Gobierno.
Esta falacia de que cualquier programa del Estado es un ataque es un triunfo retórico formidable y una forma de vender burras eficacísima. En EEUU nadie, por ejemplo, sabe que los seguros médicos están exentos, desde los años cuarenta, de la legislación antimonopolio. así que las críticas a la reforma sanitaria de Obama por atacar el libre mercado tienen gracia: es un mercado en el que no hay libre mercado.
Todos los liberales que piden que el Estado salga de sus vidas nunca se han parado a pensar que el Estado subsidia su casa, porque las hipotecas desgravan impuestos. Todos los que se quejan de la deuda pública española y del despilfarro de la Administración nunca se han parado a pensar que la deuda privada es dos veces la pública (por lo menos) y que hasta 2011 el sector privado no empezó a reducir su endeudamiento.
La respuesta, en esos casos, es “Me lo merezco”. Así me contestó un taxista muy liberal de Texas que me dijo que el año que viene se va a jubilar y a cobrar el Medicaid, otro sistema de atención sanitaria a los pobres. Otra opción, igualmente común, es: “Eso es imprescindible”. Es lo que me dijo un ex militar en un mitin de Mitt Romney que estaba aterrado ante el avance del Estado con Obama y al cual le dije: “Usted, como militar, ha trabajado en el estado toda la vida”.
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