Obama's Link to the Common Man

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El vínculo de Obama con el hombre corriente

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Eduardo Suárez (Corresponsal) | Nueva York

Actualizado viernes 12/10/2012 07:39 horas

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Joe Biden nunca se ha ganado del todo el respeto de los votantes demócratas, que se avergüenzan de sus meteduras de pata y le atribuyen muy poco peso político en las decisiones de la Casa Blanca. Y sin embargo algo ha cambiado este año para el vicepresidente, al que el entorno de Obama ha utilizado en campaña como un antídoto para el desencanto de la clase obrera blanca con los escasos logros económicos del presidente.

En otoño del año pasado, algunos estrategas demócratas animaron a Obama a prescindir de Biden y poner en su lugar a la carismática Hillary Clinton. Pero lo cierto es que su lugarteniente está ejerciendo como un contrapeso interesante para el presidente. Sobre todo en estados del Medio Oeste como Ohio donde Obama ganó por la mínima hace cuatro años y donde ahora debe conservar el respaldo de votantes sin estudios que sopesan si deben votar por su rival.

El presidente es un político demasiado frío e intelectual para reconquistar a ese sector del electorado blanco. Por eso su entorno ha desplegado en su lugar al vicepresidente, despreciado en Washington por su condición de bocazas pero admirado por votantes que comparten su edad o sus orígenes humildes en un condado industrial de Pensilvania.

Biden es uno de los políticos más veteranos de Estados Unidos. Hace cuatro décadas fue elegido senador por primera vez con apenas 29 años y fue reelegido siete veces hasta asumir la vicepresidencia. Emprendió la carrera por la Casa Blanca en dos ocasiones (1988 y 2008). Pero abandonó muy pronto en ambas campañas y desarrolló mejor sus habilidades en los salones del Senado que en los actos de campaña.

Al principio Biden dijo en 2008 que no aceptaría ser vicepresidente y llegó a dudar de las aptitudes de Obama para ser el inquilino de la Casa Blanca. Pero enseguida se desdijo y desde entonces ha sabido trabar una relación cordial con el presidente, que lo ha utilizado para negociar con los republicanos del Capitolio y como enviado ocasional en el extranjero.

El vicepresidente no ha cometido errores graves en el cargo y ha aprovechado su experiencia en el Senado para presentarse como la persona adecuada para negociar con los republicanos. Dos detalles que le han granjeado la admiración de los expertos, que lo consideran un segundo eficiente pese a sus salidas de tono en algún acto de campaña.

“Walter Mondale dijo una vez que las tareas más importantes del vicepresidente son ejercer como mediador y ser el asesor más cercano al presidente”, decía recientemente a ELMUNDO.es Joel K. Goldstein, catedrático de la Universidad de St. Louis y máximo experto en la vicepresidencia.

“Creo que Biden lo ha hecho muy bien en ambos aspectos. Ha estado al cargo de la retirada de las tropas de Irak y de la aplicación de los planes económicos de Obama. También ha ayudado a negociar con los republicanos y ha logrado acuerdos que se antojaban muy complicados. Mi impresión es que suele recordar al presidente detalles que otros asesores ignoran o se callan. No le importa decir lo que piensa y eso es muy importante. Y otra cosa importante es que tiene cierto don de gentes. Los republicanos que no están de acuerdo con sus ideas le aprecian y le respetan”.

Biden se crió en una ciudad industrial de Pensilvania en el seno de una familia católica de origen irlandés. Su padre nació en una familia acaudalada. Pero varios reveses financieros le llevaron a la ruina y le obligaron a mudarse por un tiempo con los padres de su esposa. Joe Sr. aceptó un empleo como vendedor de coches usados y se instaló en Wilmington: la localidad de Delaware donde todavía hoy reside su hijo durante los fines de semana.

Al joven Biden le gustaban más los deportes que los estudios. Destacó por su don de gentes y por sus dotes en el equipo de fútbol americano del colegio. Pero no por su esfuerzo ni sus calificaciones académicas, que lo llevaron a graduarse como uno de los últimos de su promoción.

Los excesos que presenció en la familia de su madre le convirtieron muy pronto en un abstemio y ejerció como abogado antes de probar suerte en la política. En agosto de 1966 se casó con Neilia Hunter: una joven a la que conoció durante unas vacaciones en las Bahamas. El matrimonio tuvo tres hijos pero se quebró con una tragedia. Un camión se estampó contra el coche familiar. Neilia y su hija pequeña murieron en el acto. Los otros dos hijos de Biden sobrevivieron pero estuvieron varias semanas en estado crítico.

El accidente ocurrió en diciembre de 1972: unas semanas después de que Biden fuera elegido senador con apenas 29 años. Su entorno pensó que abandonaría la política y él mismo confesaría después que estuvo a punto de hacerlo por el impacto emocional y por el desafío que suponía educar a sus hijos sin la ayuda de su esposa. Unos años después, Biden conoció en una cita a ciegas a su segunda esposa Jill, una profesora con la que tuvo una hija y que le ayudó a recobrar el interés por la política.

La carrera de Biden en el Senado estuvo jalonada de momentos relevantes. Presidió la Comisión de Justicia durante los nombramientos de Clarence Thomas y Robert Bork como jueces del Tribunal Supremo y potenció su experiencia internacional como miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores. A menudo presumió de ser uno de los miembros más pobres del Capitolio. Un detalle que atribuía a una vida dedicada por entero al servicio de los ciudadanos.

Intentó por dos veces competir por la Casa Blanca. Su campaña de 1988 naufragó cuando emergió que había plagiado sendos discursos pronunciados por Robert Kennedy y por el líder laborista británico Neil Kinnock. Hace cuatro años lo arrolló la pugna titánica entre Barack Obama y Hillary Clinton. Pero también sus propios errores en los debates que se celebraron en los prolegómenos de las primarias.

Hace unos meses advirtió que no descartaba optar por tercera vez a la presidencia dentro de cuatro años. Muchos se lo tomaron a broma y recordaron que para entonces estará a punto de cumplir 74 años. Pero quién sabe. Hoy por hoy Joe parece estar en plena forma y quizá Hillary desoiga los cantos de sirena que la invitan a competir de nuevo en 2016.

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