Si bien es cierto que Tiger Woods no volverá a ser el favorito de las señoras nunca más, el norteamericano ha demostrado ser otro ejemplo de resiliencia, de esos que deberían servir como espejo para un mundo en el que infortunadamente las noticias más importantes son las malas.
Es un planeta en el que los humanos disfrutamos de las desgracias ajenas y poco resaltamos los logros de los demás. El caso de Tiger lo confirma. Cuando cayó en desgracia, primero por una lesión y después por la publicación de su adicción al sexo, que terminó por acabar con su matrimonio tras anunciar su retiro indefinido del golf, se convirtió en la noticia deportiva del año. Los medios de comunicación olvidaron por un mes cualquier otra competición en la que varios héroes se batieran por lograr la gloria como sucede cada fin de semana, todo por cuenta de la caída del Tigre. Pero ahora que Woods vuelve por sus fueros, ahora que retornó al número uno del golf del globo terráqueo y rehizo su vida personal, piedra angular para el regreso a la cima, pocos se han acordado de resaltarlo. Pero esa es la vida, debe ser que los humanos vivimos de fracaso en fracaso y por eso nos identificamos mas con éstos que con los éxitos.
Pero el caso de Tiger representa otra oportunidad para cambiar el rumbo. Es momento de entender que los héroes también son humanos, que son más las batallas que pierden que las que ganan, como sucede con todos nosotros, a lo largo de la vida.
Seguramente Tiger no tenía problemas económicos tras su caída, a pesar de los millones que perdió entre su divorcio y la partida de varios de sus patrocinadores. Pudo haber continuado con su adicción al sexo o haber aprendido a manejarla, pues le entregaba instantes esporádicos de felicidad. Se pudo haber retirado de la actividad deportiva para siempre, igual nadie le iba a quitar su lugar en la historia como el mejor de todos los tiempos.
Pero Woods logró lo más difícil, como los verdaderos héroes: enfrentarse consigo mismo, ir hasta lo profundo de su crisis, morder el polvo hasta la saciedad y, lo más complicado, aprendió a manejar su vida a partir de la consciencia, dejó de hacerlo desde la inconsciencia. Es menester recordar que el golf requiere de una fortaleza psicológica importante, si la cabeza no anda bien, es prácticamente imposible que el resto salga bien.
Tiger ha ganado 3 de los 5 torneos que ha disputado este año, volvió a ser el número uno del mundo y tal vez no le dure tanto como la última vez. Algunos dicen que le falta ganar de nuevo un major. Lo cierto es que Woods ya logró reivindicarse con él mismo, rehacer su vida personal y demostrarle al mundo que son muchas más sus luces que sus sombras. Ojalá el mundo resaltara con mayor ahínco estos casos, en los que los héroes no dejan de serlo, aunque se muestren como humanos.
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