Only Modernizing Integration Will Assure Us a Full Future

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Los temas de integración, seguridad, oportunidad y prosperidad fueron los más relevantes en la agenda de la apretada visita del presidente Barack Obama a Costa Rica donde se reunió con los mandatarios centroamericanos y participó en un foro de empresarios. Dada la naturaleza y la trascendencia de los vínculos entre nuestros países y Estados Unidos, un encuentro presidencial como el que se dio en estos días constituye en sí una oportunidad especial para revitalizar reflexiones y propósitos en la ruta del desarrollo, que viene resultando particularmente compleja dadas las condiciones tradicionales prevalecientes en nuestra subregión.

Cuando el presidente Obama insta a los empresarios centroamericanos a potenciar su integración, toca un punto muy sensible de la agenda pendiente entre nuestras naciones. En verdad, Centroamérica viene padeciendo, desde siempre, un déficit de integración real que permita aprovechar todas las energías del área en función del progreso común. Hasta la fecha lo que se ha venido viviendo es una integración de baja intensidad que no acaba de poner en el pasado las reticencias y los recelos que han marcado nuestra historia común. Es hora de dar un verdadero salto de calidad en materia integracionista que nos habilite para entrar en la vía globalizadora con todas nuestras potencialidades en acción.

Otro de los temas tratados en el encuentro con el presidente Obama fue el de la seguridad. Dicho tema, que es hoy tan palpitante en todas partes y que en nuestra zona muestra connotaciones tan específicas, se halla sin duda en la primera línea de la agenda compartida entre Estados Unidos y su vecindario del sur. El crimen organizado actúa hoy con notoria agresividad en la llamada ruta del narcotráfico que lleva la droga de los lugares de producción al principal lugar de distribución final. En esto, la cooperación entre todos es indispensable y debe ser cubierta en todas sus fases, desde el momento en que la droga se produce hasta el momento en que llega a manos del consumidor.

Con Estados Unidos tenemos, además, un vínculo humano de significación extraordinaria: una enorme cantidad de inmigrantes actuales en el norte provienen de nuestros países. Este es un hecho irreversible, que tiene tanto para Estados Unidos como para nosotros un relieve de primer orden. Para un país como El Salvador, la enorme comunidad de compatriotas que viven y trabajan en Estados Unidos no solo conserva buena parte de su identidad de origen, avivada por el poder de la nostalgia, sino que su contribución económica es el sostén básico de la estabilidad económica nacional; y para Estados Unidos nuestra comunidad allá, unida a las otras que conforman el “universo hispano”, es un factor económico y político de primer orden, como quedó de manifiesto en las recientes elecciones presidenciales estadounidenses, cuyos resultados han impulsado la reforma migratoria que ahora sí está en marcha.

Pero volviendo a nuestro entorno y al mensaje del presidente Obama en tierra centroamericana, el llamado a la integración debe ser oído como una voz propia, ya que el imperativo integrador propende a configurar la plataforma de progreso y de prosperidad que puede convertir a Centroamérica en el sujeto moderno y competitivo que puede y debe ser. Cada país por su cuenta es capaz de lograr algo en esa línea; pero solo el conjunto integrado será capaz de lograrlo todo. Las condiciones están dadas: lo que falta es visión proyectiva que se anime a llegar a lo máximo.

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