The city of Detroit, the birthplace of the automotive industry and largest city in Michigan, has declared bankruptcy, bogged down with $18 billion worth of debt, depleted state coffers and a declining population.
This decision caused a political and social earthquake, despite that decades of fiscal mismanagement by municipalities had made the outcome foreseeable to all.
Almost half of the city's debt is from paying for retirees’ pension plans and health insurance, which potentially makes both current and former city employees the major losers in the administrative restructuring of Detroit.
This debt removal will also affect entities that have purchased city-issued bonds, although many of them are legally insured and will not incur losses. Labor unions suspect the city’s motive is to get from the bankruptcy what they would not get from negotiations.
Various factors, but mainly the declining population and thus declining tax base, are responsible for Detroit becoming insolvent.
In the 1950s, the city of Detroit had a population of roughly 2 million; now it is down to only 700,000. This [population decrease] means the city takes in much less income from taxes. The automotive industry crisis has affected the city as well.
By the end of the 1960s, the automotive companies began to open plants in other cities. This [move] catalyzed a drop in property values and income taxes. A large portion of the middle class and many businesses have fled Detroit, taking their tax revenues with them.
E.J Rodriguez of Jot Down Cultural Magazine points out that in its heyday Detroit was a Mecca of employment, one of the easiest places to settle down. It was proud of its nickname: "the Motor City." Its immense automotive industry turned it into a flourishing and densely populated metropolis in which there was work, money, businesses and profit. Between 1900 and 1930, endless amounts of work attracted a six-fold population increase.
Its peak wasn't just industrial; Detroit's name came to be one that resonated way beyond its borders. The city succeeded in projecting to the outside world its own distinct culture. For example, during the 1960s, Detroit achieved universal fame due to the success of Motown Records, which was to Detroit what the Beatles were to Liverpool.
The 1990s and the turn of the century brought a total collapse for Detroit. The last great, remaining factories also left in search of employees who would work as much or more than union employees, but for much less money. The licensing requirements for new companies were below minimum. Even Motown, the [cultural] symbol of the city, chose to relocate to Los Angeles.
The black population in downtown Detroit was not alone in suffering from unemployment; the whites from the greater metropolitan area suffered as well (as Michael Moore documented in his film about the collapse of his hometown Flint, Mich.).
The global financial crisis of 2008 accelerated the mass exodus of inhabitants, leaving Detroit bled dry. Since the year 2000, more than 200,000 people have left Detroit's urban center. Very often it's the poorest of the poor who stay, resulting in per capita income crashing even harder and thus extinguishing the ability of City Hall to collect revenues.
The city has found itself with severe budgetary deficits and has taken extreme measures: going as far as withholding electricity, water and garbage collections from entire neighborhoods and, in certain cases, even suspending police and emergency coverage, all because there simply isn't enough money to maintain them.
In recent months, the city has depended on state-backed bonds to pay the salaries of its 10,000 employees.
Since the beginning of the 1990s the center of Detroit already appeared desolate. Today it's even worse. Entire areas of the city seem dead. Others are agonizing. Others survive.
It is estimated that approximately one-third of the city's territory is in ruin or abandoned. The authorities themselves have decided to raze buildings that have remained empty to avoid having to maintain them.
The case of Detroit makes evident that urban development is closely linked to rapid changes in the production cycle in the global age of "free trade." One of the questions being asked is whether, as the federal government bailed out General Motors in 2009, there is a similar plan for Detroit? There is no evidence that there will be. Nothing justifies such an action. Is there hope for Detroit? The prevailing response is that Detroit alone must climb out of the hole that it created.
La ciudad de Detroit, la más poblada del estado de Michigan y cuna de la industria automotriz se declaró en bancarrota atorada por una deuda de 18 mil millones de dólares, el agotamiento de las arcas estatales y una pérdida constante de población.
La decisión causó un terremoto político y social, a pesar de que décadas de mala administración fiscal de los gobiernos municipales habían hecho previsible el desenlace.
Casi la mitad de la deuda de la ciudad es con fondos de pensiones y seguros de salud de jubilados, lo que hace de los actuales y los antiguos trabajadores de la ciudad los mayores perdedores potenciales de una reestructuración de la administración de Detroit.
La quita de la deuda también afectará a las entidades que hayan comprado bonos emitidos por la ciudad, pero muchos de ellos están garantizados por lo que legalmente no es posible que asuman pérdidas. Por eso, los sindicatos sospechan que se pretende conseguir con la bancarrota lo que ninguna negociación le habría dado.
Varios factores, principalmente la reducción de la población y la caída de la base fiscal, son los responsables de que Detroit cayera en insolvencia.
Los dos millones de habitantes con los que llegó a contar la ciudad en los años cincuenta, ahora es de 700 mil. Eso significa menos ingresos vía impuestos.
Además, se ha visto afectada por las continuas crisis de la industria del motor.
A fines de la década de 1960, las compañías automotoras comenzaron a abrir plantas en otras ciudades. Entonces se produjo un descenso en el valor de las propiedades y los ingresos fiscales. Gran parte de la clase media y montones de negocios también han huido de Detroit, llevándose con ellos sus impuestos.
Señala E.J. Rodríguez, de Jot Down Cultural Magazine, que en sus buenos tiempos Detroit fue una Meca del empleo, uno de los lugares donde resultaba más fácil establecerse. Lucía con orgullo el sobrenombre de “Motor City”: su inmensa industria del automóvil la había convertido en una metrópolis populosa y floreciente, en la que había trabajo, dinero, negocios, ganancias. Entre 1900 y 1930, la atracción que despertaba la inagotable oferta de trabajo multiplicó la población de la ciudad por seis.
El auge no fue sólo industrial, Detroit llegó a conseguir que su nombre resonase más allá de sus fronteras. La ciudad consiguió proyectar al exterior una personalidad propia, una cultura distintiva. Por ejemplo, durante los años 60 Detroit alcanzó celebridad universal gracias a la discográfica Motown, que fue para Detroit lo que los Beatles fueron para Liverpool
Los años 90 y el cambio de siglo trajeron consigo el desmoronamiento total. Las últimas grandes fábricas que aún quedaban también partieron en busca de empleados que trabajasen lo mismo o más por mucho menos dinero. La concesión de licencias para nuevas empresas estaba bajo mínimos. Incluso Motown, estandarte económico de la ciudad, optó por mudarse a Los Angeles.
Ya no solamente los negros del centro de Detroit se veían castigados por el desempleo, sino también los blancos del área metropolitana (caso de Flint, localidad natal de Michael Moore, cuyo colapso económico ha sido documentado por el cineasta)
La crisis mundial del 2008 terminó de acelerar la huida en masa de habitantes y la ciudad se ha desangrado. Desde el año 2,000 se han marchado más de 200,000 personas del casco urbano, a menudo han sido los más pobres quienes se han quedado, así que la renta per capita se ha desplomado todavía más, y lógicamente la capacidad recaudatoria del ayuntamiento se ha extinguido.
La ciudad se ha encontrado con gravísimos problemas de falta de presupuesto y ha tomado medidas extremas, llegando a retirar de barrios enteros el alumbrado eléctrico, el suministro de aguas y la recogida de basuras, así como la cobertura policial y de emergencias, todo porque sencillamente ya no hay dinero para mantenerlas.
En meses recientes, la ciudad ha dependido de dinero de bonos respaldados por el estado para pagar la nómina de sus 10,000 empleados.
Si a principios de los 90, el centro de Detroit ya mostraba un aspecto desolador. Hoy está todavía peor. Porciones enteras de la ciudad han muerto. Otras están agonizando. Otras sobreviven
Se estima que aproximadamente un tercio del territorio de la ciudad se encuentra en estado de ruina o abandono. Las propias autoridades han decidido demoler edificios que habían quedado vacíos para no tener que hacerse cargo de su mantenimiento.
El caso de Detroit evidencia que el proceso urbano está estrechamente asociado con la estructura productiva y sus rápidas modificaciones en la era global y de "libre comercio".
Una de las preguntas que se hacen es si, como en el caso de General Motors que intervino el gobierno federal en 2009 con un esquema de salvamento, haría algo similar con la ciudad.
No hay evidencia de que así sea. Nadie justifica una acción como esa.
¿Hay esperanza para Detroit?
La respuesta predominante es que Detroit debe salir sola del agujero que creó.
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If the Green Party or No Labels candidates steal enough votes from Biden, they will go down in history as the idiot narcissists who helped Trump return to power and possibly finish off U.S. democracy.