Why Are We the Third Latin Minority in the US?

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¿Por qué somos la tercera minoría latina en EE.UU.?

El reto del Presidente electo debe estar a la altura de las circunstancias. El país demanda un estadista cuya cabeza, corazón e hígado funcionen armónicamente para enfrentar el problema de la violencia criminal y social.

Abandonar el terruño para irse a otro país es lo que hace una persona que no encuentra en el suyo, condiciones dignas para vivir. Eso se conoce como emigración y se enmarca dentro de un concepto mucho más amplio referido a las migraciones que se generan en una población determinada. En una época fueron chinos, africanos, árabes y judíos quienes buscaron en el occidente un mejor horizonte para vivir. Actualmente los latinocaribeños son quienes persiguen mejores oportunidades en países como EE.UU., Canadá, Australia y otros de Europa.

Conviene referirnos a nuestros paisanos que viven en Estados Unidos, a propósito que recientemente el Grupo de Monitoreo Independiente de El Salvador (GMIES) dio a conocer que la inseguridad en el país propicia el desplazamiento diario de un aproximado de 300 salvadoreños, quienes dejan su país huyendo del ambiente delincuencial.

Se calcula que en Estados Unidos residen unos 11,7 millones de personas indocumentadas y si bien en la administración demócrata del Presidente Obama se ha intentado impulsar una reforma migratoria para darle salida legal al problema, la solución pasa por los filtros de la Cámara de Representantes donde la mayoría son republicanos. No obstante, en el ínterin, las deportaciones por aire y tierra tampoco se detienen, agravando el problema.

El Pew Research Center (PRC) que forma parte del Global Attitudes Project, difundió a finales de abril de este año en Washington, un estudio sobre el tema de la emigración. Ahí se consignan datos relacionados con la comunidad salvadoreña radicada en esa Nación, resultado de 792 entrevistas cara a cara a igual cantidad de personas en El Salvador.

Por cierto, el PRC ha realizado más de 300 mil entrevistas en 60 países y se ha convertido en voz autorizada para opinar sobre el tema.

Como datos más sobresalientes del estudio se pueden citar: 1º) Del total de entrevistados, un 58% se iría para los Estados Unidos. 2º) Un 93% ve como principal preocupación la violencia relacionada con las pandillas. 3º) Para un 83% el liderazgo político salvadoreño es corrupto y un 49% de las personas valoran a la Asamblea Legislativa como una institución que genera mala influencia. 4º) Un 83% tiene una valoración positiva del papel de los medios de comunicación y siete de cada 10 personas ve bien el rol del estamento militar. 5º) Un 79% tiene un enfoque positivo de los EE.UU., pero un porcentaje similar que vive en los EE.UU., se muestra insatisfecho con las condiciones que prevalecen en El Salvador. 6º) Casi un 70% tiene un familiar o un amigo en los Estados Unidos y 7º) 1,9 millones viven en la nación norteamericana y constituyen la tercera minoría latina.

Mis conclusiones sobre el tema:

Primera. La persona abandona la tierra que le vio nacer cuando no encuentra condiciones que le permitan tener un trabajo para sostener su hogar o peligra su integridad física. El estudio muestra que casi seis de cada 10 personas entrevistadas estarían dispuestas a dejar el país, aun de manera ilegal, y que la mayoría no lo hace por falta de dinero.

Segunda. Es incuestionable que los planes antipandillas, no han dado el efecto esperado. Las imparables extorsiones que agobian a la gente honesta y trabajadora lo evidencia. Pareciera que las autoridades involucradas en el problema no tienen claro que mientras no exista una real Política Criminal de Estado, que involucre represión policial efectiva, readaptación penitenciaria, rehabilitación psicosocial y reinserción productiva, todo quedará en vanas intenciones.

Tercera. Mientras prevalezca la mutua desconfianza entre el Órgano Ejecutivo y quienes deberían ser sus principales socios en la generación de empleo (la empresa privada) las fuentes de trabajo no se abrirán, la inversión local y foránea no fluirá, ni el ansiado crecimiento económico ocurrirá, en proporciones que vuelvan sostenible al país.

Cuarta. El reto del Presidente electo debe estar a la altura de las circunstancias. El país demanda un estadista cuya cabeza, corazón e hígado funcionen armónicamente para enfrentar el problema de la violencia criminal y social.

Cuarta. El país exige el desempeño efectivo de las instituciones claves para asegurar la existencia de un clima de seguridad jurídica y física. La responsabilidad no debe ser descargada en curas ni pastores.

Quinta. El liderazgo político asentado en el Órgano Legislativo debería hacer un alto en el camino y reflexionar que su buen posicionamiento y credibilidad ante la ciudadanía será directamente proporcional a la calidad del debate y producción legislativa esperados.

Quinta. Los salvadoreños son la tercera minoría latina en EE.UU., no porque lo deseen, sino porque los sistemas políticos de gobierno (antes de derecha y hoy de izquierda) han mostrado incapacidad para atender con responsabilidad y efectividad esta problemática. Ha resultado más cómodo para los gobiernos, exportar (expulsar) gente, recibir sus remesas y propiciar el consumismo.

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