Putin Laid Bare

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Ha llovido bastante desde que Bush había visto buenas intenciones mirando a los ojos de Putin. También de que años más tarde la señora Clinton decidiera “recolocar” las relaciones entre Estados Unidos y Rusia en un plano nuevo, más franco y dialogante. El dirigente ruso se había convertido en confiable, y, por parafrasear a la Thatcher cuando conoció a Gorbachef, era una persona con la que se podían hacer negocios.

Hoy, sin embargo, Putin es un tahur para la mayoría de los dirigentes occidentales. Pocos lo dirán en público pero en privado el consenso es que es un fullero, un hipócrita. Incluso los políticos que por prudencia o por intereses económicos quieren no envenenar la situación están convencidos de que el hombre del Kremlin ha dado una lección magistral de cinismo en el tema de Ucrania: muchas manifestaciones de pacifismo, muchas llamadas al diálogo entre rebeldes y gobierno, muchas negativas sobre su envolvimiento cuando resulta ya obvio no sólo su propósito de desestabilizar Ucrania sino que los rebeldes reciben constantemente ingentes cantidades de armamento ruso. Seguir afirmando que los rebeldes consiguen su armamento “en el mercado libre” suena a burla sangrienta después del atentado contra el avión malasio.

Los misiles que manejan con sorprendente frecuencia los insurrectos, ayer mismo abatieron dos nuevos cazas ucranianos, no se encuentran fácilmente en el mercado libre, o han sido robados a Ucrania o proporcionados por Rusia, y los tanques no están en el mercado ni han sido robados a Ucrania. Son inequívocamente rusos. Las pruebas abundan.

Para Occidente, políticos y comentaristas, el drama del avión malayo ha dejado a Putin en cueros. Sus protestas de buena fe han pasado a mejor vida. Se subraya su manifestación de hace años de que la destrucción de la Unión Soviética había sido uno de los mayores desastres políticos del siglo XX, se pone de manifiesto que en la mentalidad del mandamás ruso hay un irredentismo desaforado capaz de utilizar el burdo pretexto de la obligación de defender a los rusos dondequiera que habiten para crear problemas a los países que el quiere que vuelvan a su esfera de influencia. Hay recordatorios de que todo el conflicto ucraniano comenzó en el momento en que el gobierno anterior de Kiev, que no era antiruso, intentó acercarse sensiblemente a la Unión Europea.

En resumen, en el interior Putin ha ganado en popularidad con su nacionalismo exaltado, esto siempre es rentable en el alma rusa, y el aparato mediático oficial sigue monolíticamente propalando las maldades de Occidente en su afán por cercar a Rusia(los medios rusos han llegado incluso a publicar que el avión malasio salió de Amsterdam lleno de cadáveres y que recibió órdenes expresas de entrar en la zona de los rebeldes para poderlos culpar), pero en Estados Unidos y los países de la UE su credibilidad es, en estos momentos y para desesperación de los que querían mirar para otra parte, nula.

Esto no quiere decir que se va a pisar a fondo el pedal de las sanciones. Rusia puede continuar proporcionado tanques T16, baterías de misiles, cañones etc..a los rebeldes. Los americanos sostienen incluso, ¿tienen pruebas que no revelan?, que la precisión en el lanzamiento de misiles de los rebeldes sólo puede ser conseguida con ayuda directa de expertos y del servicio de inteligencia de Moscú, pero Europa conserva su mente partida entre reaccionar ante la canallada del avión MH17 y el estado de los bolsillos. Muchos europeos venían diciendo que Estados Unidos podía permitirse impulsar las sanciones contra Rusia por su independencia energética, tienen otras fuentes de suministro y las pizarras bituminosas en su territorio les han dado un enorme respiro energético. Ahora, producido el derribo del avión civil, los reproches surgen entre los propios europeos, entre los que quieren una acción comercial contra Rusia y los que piden prudencia(la reunión de anteayer de los ministros de la UE fue el parto de los montes). Los que desean actuar, Gran Bretaña, Suecia, Polonia, los bálticos….señalan, por ejemplo, con el dedo a Francia que sería timorata porque tiene un contrato para entregar dos porta helicópteros a Rusia con capacidad de trasportar unos 45 de estos aparatos, 58 vehículos militares, 900 hombres etc…Todo por el bonito precio de 1,200 millones de euros.

Hollande, a la defensiva, ya ha dicho que el primero será entregado pero que, debido a la conducta rusa, hay que replantearse lo del segundo. Los franceses, sin embargo, contraatacan. El Ministro de Exteriores Fabius declara que los ingleses deberían preocuparse de no tener tantos oligarcas rusos en Londres, hay más de 100 compañías rusas que cotizan en la bolsa de Londres, y J.C. Cambadelis, jefe del partido socialista, rejonea también a los británicos porque han igualmente vendido armas, de menor calibre, a Rusia. Las palomas de la Unión europea despliegan el doble rasero de Cameron que estaría temeroso de que Londres vea mermado su peso como capital financiera.

En resumen, Putin perdió del todo su pureza, hay quien dice ilusamente que no se le debería permitir organizar los Mundiales de fútbol del 2018, pero los europeos, a pesar de su irritación, se tientan la ropa. Aunque tendrán que hacer algo, el gas ruso sigue pesando mucho.

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