Esperanza para el triángulo norte
Si los tres países comprenden la oportunidad que se abre y Estados Unidos sostiene su compromiso, pronto la región se convertirá en un triángulo equilátero de grandes capacidades.
El Salvador, Honduras y Guatemala, conforman nuestro famoso triángulo norte centroamericano. Entre los tres países sumamos la región más violenta del mundo y a su vez una de las más encantadoras del planeta, con climas que enamoran, bosques, montañas, historia y gente amable, una contradicción en sí misma porque a la vez que genera grandes expectativas es capaz de expulsar a sus ciudadanos por la violencia, pobreza y la falta de oportunidades.
Esta región sumida en la falta de educación y cultura, necesita una nueva visión de desarrollo y eso es lo que al menos Estados Unidos podría aportar si realmente toma conciencia de la responsabilidad que tiene, al haberla abandonado después de firmar acuerdos de paz, establecido bases militares y de haber financiado guerras en estos territorios, tratando de contener el avance comunista en América Latina; sí, Estados Unidos tiene responsabilidad en lo que nos pasa, no toda, pero sí bastante, al promover con su dinero sistemas económicos y políticos que fracasaron en el desarrollo.
No olvidemos que fuimos campo de experimentación en todos los sentidos, incluyendo las teorías económicas como la del consenso de Washington; nuestros indígenas también fueron usados como ratas de laboratorio y fuimos el primer gran experimento de la apertura comercial en zonas de libre comercio, entre otros, que al final nos tienen más confundidos y perdidos entre una política de guerra fría y el narcotráfico.
Estados Unidos, después de ver que unos 40 o 60 mil niños llegaron a sus fronteras se conmovió, no solo por el drama humano sino porque cifras como esas en cada año podrían significar una influencia en la vida norteamericana que no están en capacidad de asimilar, por fin parece que se convencieron de que no es invirtiendo en patrullas fronterizas, tecnología de controles, muros o persiguiendo ilegales como el problema se termina, sino únicamente con trabajo para estas familias en sus suelos de origen.
Esto es lo que debemos ver los residentes de estos países, una gran oportunidad abierta por fin a la realidad que por siglos esta región ha tratado de poner en evidencia; es muy simple, nuestra gente migra porque aquí no hay empleo, porque no hay oportunidades y porque el sistema democrático no ha sido lo suficientemente bueno para generar esas oportunidades.
Pero si Estados Unidos al fin abre los ojos, nosotros también tenemos que abrir los nuestros. Espero que nuestros políticos de turno no echen a perder este momento tratando de proteger sus propias ventajas. Es necesario que abramos la mente y veamos como la ayuda y la disposición de los Estados Unidos se convierte en la consolidación de sistemas de vida más viables, menos dogmatizados y más convenientes que permitan al sistema económico florecer, para convertir estos territorios del triángulo norte en lugares que retengan a sus ciudadanos, que les garanticen educación y mejora de sus habilidades y si alguien al fin decidiera migrar lo haga siendo esperado en un mercado donde puede aportar y no restar, ya que por ahora la migración de estos territorios no habla inglés, no conoce el sistema político norteamericano, no tiene suficiente cultura, tampoco educación matemática, sus oficios han perdido calidad y con el agravante que la juventud que migra llega con conocimientos criminales, o siendo de una pandilla o esperando involucrarse en una. Nuestro migrante no está aportando como lo hacía en las décadas pasadas cuando su mano de obra era barata pero muy buena, ahora ni es barata, ni es buena y encima le exige al sistema estadounidense recursos para educarse, curarse y alimentarse.
Los salvadoreños, guatemaltecos y hondureños, debemos ahora ponernos en un ángulo diferente si queremos por fin cambiar las perspectivas de futuro, Honduras no puede seguir sus pretensiones expansionistas y colonialistas al robarle territorio a El Salvador; Guatemala no puede seguir con su visión de aislamiento de los últimos años y El Salvador no puede seguir pretendiendo ser lo que no es ya que su economía no está por ahora a la altura de lo que fue y necesita de los otros dos países para crecer y para desarrollarse; es el momento de la integración, no será un proceso fácil ni corto, pero sin esa visión muy difícilmente lograremos atraer inversión, desarrollo y empleo.
Los tres países somos economías pequeñas; debemos ampliar las exportaciones, ampliar la producción agrícola, mejorar la industria y proveer techo seguro a millones de empobrecidos ciudadanos si queremos que nuestros pobres dejen de ver al norte como solución, porque el costo de la destrucción familiar se traduce en violencia, rencor e ingobernabilidad.
Si los tres países comprenden la oportunidad que se abre y Estados Unidos sostiene su compromiso, pronto la región se convertirá en un triángulo equilátero de grandes capacidades, pero sí y solo sí, las izquierdas y las derechas se suben al sistema democrático pero como Dios manda, ¿quién de los tres dirigirá el proceso?
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