Decidió, por medio de una iniciativa unilateral, amparar a alrededor de 5 millones de migrantes indocumentados.
Desde la década de 1980, cada administración en Estados Unidos (EU) ha debido afrontar el tema migratorio, que se distingue por ser uno de los más sensibles y polémicos de la agenda de EU. Desde el sexenio del expresidente Vicente Fox, el gobierno mexicano buscó influir para alcanzar una reforma migratoria integral, o bien, la whole enchilada en materia migratoria, no obstante, el espacio temporal después del 9/11, llevó a que el gobierno estadunidense centrara su atención en temas de seguridad, dejando de lado a los migrantes.
A partir de entonces, la migración se ha convertido en una problemática incontenible que desde el pasado 20 de noviembre inició una nueva trayectoria mediante la acción ejecutiva del presidente Barack Obama, quien decidió, por medio de una iniciativa unilateral, amparar a alrededor de cinco millones de migrantes indocumentados.
Desde que el presidente Obama llegó al poder, las minorías y las comunidades hispanas depositaron sus esperanzas en el nuevo gobierno demócrata y se creyó que durante el primer mandato se llevaría a cabo una reforma migratoria —considerando el apoyo que el entonces candidato recibió durante su campaña por parte de estos grupos—, sin embargo la crisis mundial de 2008 hizo que nuevamente el tema migratorio se aplazara para dar solución a situaciones más apremiantes. Así, el problema de las deportaciones masivas y los migrantes continuó en ascenso, afectando en distintas esferas, incluyendo el tema de los niños migrantes que llevó a serias discusiones en el Congreso estadunidense.
Después de seis años de gobierno y de las elecciones legislativas de mitad de mandato que resultaron ventajosas para los republicanos, el Presidente de EU hizo uso de sus facultades ejecutivas para elaborar un plan migratorio que, entre otras ventajas para los migrantes, permite la solicitud de acciones diferidas para quienes ingresaron al país durante su infancia, así como para padres de ciudadanos estadunidenses y residentes legales que hayan vivido en el país por lo menos cinco años.
A pesar de que no se favorece a la totalidad de inmigrantes indocumentados —pues sólo aplica a quienes cumplen los requisitos mencionados—, dicho ejercicio permitirá frenar las deportaciones masivas que se han presentado en los últimos meses. Desafortunadamente, los beneficios que se otorgan a los migrantes no necesariamente serán permanentes, pues no se trata de una ley ni de una reforma, por lo que un futuro gobierno podría revocarlo en cualquier momento. Esta situación genera incertidumbre entre los migrantes que consideran que podrían hacerse más vulnerables ante las autoridades migratorias si comienzan el proceso de acción diferida, aun así, representa una medida que les permite aplazar su estancia en el país y evitar las deportaciones.
Las acciones de Obama han generado polémica y sentimientos encontrados entre los grupos de poder en EU, por un lado, los republicanos han manifestado su descontento por considerar que el Presidente actuó de manera unilateral sin negociar en el Congreso y por considerar que se trata de una amnistía inconstitucional que premia a quienes han incumplido la ley, por lo que buscarán dar marcha atrás a la acción ejecutiva; en sentido opuesto, diversas encuestas arrojan resultados que muestran la aprobación por parte de la ciudadanía. Independientemente del apoyo que reciba el Presidente, puede asegurarse que las acciones de Obama han abierto un nuevo camino en materia migratoria en EU, lo que significará un beneficio para los migrantes indocumentados en el corto y mediano plazos.
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