EL PROCESO de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos que comenzó a cerrarse ayer en La Habana después de medio siglo de enfrentamientos, deja a un importante sector de la oposición pacífica como enemigos acosados y peligrosos en la misma cuneta represiva que les impone la dictadura. Ahora con el añadido de ser la única fuerza antiimperialista del escenario cubano. Se trata de un grupo de opositores donde aparecen, entre otros, el líder disidente Antonio Rodiles, la representante de las Damas de Blanco, Berta Soler, el Premio Sajarov Guillermo Fariñas, una decena de ex presos políticos y otras figuras de la sociedad civil y del periodismo independiente. Ellos rechazan el acuerdo entre Barack Obama y Raúl Castro porque se suscribió en secreto, de espaldas a la sociedad cubana, y su guión original indica que beneficiará sólo al castrismo que, con las aperturas comerciales de los estadounidenses, podrá fortalecerse y aumentar su labor de persecución a los demócratas.
No hay reclamos claros y urgentes para el régimen sobre el respeto a los derechos humanos y la promoción de la democracia en la isla. Ninguna exigencia notoria a la tolerancia, al pluralismo político y a la libertad de expresión. Ni siquiera un punto clave, explican los opositores, que se le puede demandar para que ratifique e implemente los pactos de derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales que firmó en la ONU. «Darle al régimen sin exigir nada a cambio me parece un error garrafal», dice Antonio Rodiles.
Esos son los argumentos de las personas que están en la calle todos los días bajo el fuego directo de la policía política. No son una banda de necios obstinados que desdeñan el dialogo y rechazan que los cubanos reciban la dosis de aspirinas que significan la presencia del turismo estadounidense y la gestión de las grandes empresas de aquel país. No. Piden compromisos con las libertades a cambio del oxígeno que le llegará, ahora con más amplitud, de los emigrantes y del antiguo enemigo, los imperialistas yanquis que, según el humor cubano, han pasado a ser los «compañeros del norte».
Esa oposición es hoy sutilmente antiimperialista, entre otras cosas, porque de sus filas han salido los 103 ciudadanos arrestados por motivos políticos entre el 17 de diciembre, día en el que se anunciaron los acuerdos, hasta el 17 de enero, 72 horas antes de que comenzaran las conversaciones oficiales.
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