Cuando la política imperialista de Estados Unidos se ha desenmascarado con la declaración de Barack Obama que señala a Venezuela como “amenaza a la seguridad” de dicho país, después de varios intentos previos de Washington y sus aliados de la oligarquía venezolana y sus medios de comunicación de desestabilizar el proceso revolucionario bolivariano; los ejercicios político-militares por aire, mar y tierra y la movilización de los pueblos hermanos del continente han sido la primera reacción para defender las conquistas sociales, económicas y políticas y los avances de la integración de América Latina y el Caribe desarrollados en los últimos quince años.
La posición unánime de los cancilleres de los países de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), reunidos en Quito, rechazando la posición de Washington y demandando el retiro de su declaración; la de los presidentes de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), en Caracas, dando su pleno respaldo al gobierno de Nicolás Maduro y al pueblo venezolano frente al intervencionismo y el pronunciamiento de los países no alineados, marcan los hitos inmediatos para enfrentar la agresividad del imperio.
MOVIMIENTOS EN EL AJEDREZ GEOPOLITICO
La declaración y las agresiones norteamericanas eran y son previsibles en el contexto del ajedrez geopolítico estratégico internacional, tanto por la pérdida de su condición de potencia hegemónica mundial en disputa con China y Rusia y la profunda crisis económica de sus aliados europeos, como por las disposiciones de fuerzas que se presentan en Ucrania, Oriente Medio y la península de Corea y por los procesos de integración independiente impulsados en nuestra región en los últimos lustros bajo los principios de la unidad de la Patria Grande.
El líder histórico de la Revolución Latinoamericana y Bolivariana, Hugo Chavez Frias, con su elevada capacidad de análisis militar y político, previó la amenaza y la acción intervencionista de Estados Unidos y tomó decisiones importantes que se resumen en:
Uno, preparar a su pueblo y organizar la alianza militar-popular armada bajo los principios antiimperialistas para enfrentar cualquier emergencia; dos, desarrollar la alianza con los pueblos y gobiernos de América Latina y el Caribe, incluidos los que no compartían necesariamente todos sus postulados, con la formación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), UNASUR, ALBA y PETROCARIBE; tres, impulsar alianzas políticas y diplomáticas con las potencias extra-continentales, particularmente Rusia, China e Irán y con gobiernos agredidos por el imperialismo y las transnacionales como en Irak, Libia o Siria; y cuatro, adquirir armas de defensa de última generación de China y Rusia ante cualquier emergencia que ponga en riesgo la soberanía de la patria bolivariana, abriendo, inclusive, la posibilidad de apoyar a otros pueblos y países que sufran la agresión militar imperialista.
Las movilizaciones han comenzado. Los ejercicios militares realizados en todas las regiones de Venezuela por efectivos de las tres armas acompañados masivamente por las milicias populares, la masiva concentración del pueblo nicaragüense en la Plaza de la Revolución para recibir al presidente Maduro, las marchas contra la embajada de Estados Unidos en Bolivia y Argentina y otras acciones en varias capitales de los cinco continentes muestran la solidaridad y respaldo al pueblo venezolano.
APOYO TOTAL A VENEZUELA
Sin embargo, es importante considerar que las fuerzas conservadoras, oligárquicas y los medios de comunicación manejados por las transnacionales no descansan y han desarrollado, junto a los agentes de Washington, campañas millonarias para desestabilizar a los gobiernos de Argentina y Brasil, principalmente, para generar condiciones que debiliten los procesos antiimperialistas y revolucionarios de liberación nacional en Bolivia y Ecuador, así como las iniciativas de integración al margen de la tutela de Estados Unidos.
De lo ocurrido en Venezuela, Brasil y Argentina, especialmente, corresponde recoger la experiencia de que no es suficiente prepararse solamente para ganar elecciones, aún sea repetidamente, por eso es imprescindible considerar que los procesos políticos deben convertirse en democracias de autodeterminación nacional y requieren avanzar en la construcción de una sólida organización revolucionaria, en impulsar la formación y capacitación política de las fuerzas populares sociales y en formular un programa de profundización de los cambios. Esto debe ir acompañado de la lucha contra los pulpos transnacionales y financieros, contra los coqueteos del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), contra la infiltración de los agentes del neoliberalismo en los gobiernos y contra los bolsones de corrupción que dañan la moral y la potencia de los pueblos.
Los principios de dignidad, soberanía, solidaridad y unidad de América Latina y el Caribe, alrededor de Venezuela, se hacen más importantes que nunca y deberán manifestarse claramente en la Cumbre de las Américas del mes de abril en Panamá, en la cual se tiene prevista la presencia de Barack Obama y, por primera vez, del presidente de Cuba, Raúl Castro.
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