Pierre Omidyar, fundador de eBay, estadounidense de origen iraní, es un filántropo que apoya la creación de contenidos en el mundo digital, como la revista electrónica The Intercept.
The Intercept que se empezó a conocer a propósito de los documentos publicados por Edward Snowden, ha ido ganando lectores e influencia gracias a la seriedad sus críticas e investigaciones en diversos temas que tienen que ver con el medioambiente, la transparencia del Gobierno y la libertad de expresión.
Hace pocos días, The Intercept publicó una crónica sobre la cercana relación de la administración del presidente Obama con Google, mucho más que otras empresas de Silicon Valley donde el presidente y el Partido Demócrata tienen provechosos vínculos.
Según esa publicación, gracias a la puerta giratoria, la Casa Blanca y Google comparten ingenieros, abogados, científicos y especialistas en comunicaciones, lo cual le habría permitido a esta empresa obtener grandes ventajas respecto de sus competidores.
Hoy en día, para cientos de millones de personas en el mundo, la vida es mucho más cómoda gracias a Google. Precisamente debido a la inmensa aceptación de los productos y servicios que ofrece —muchas veces de manera gratuita—, la opinión pública en Estados Unidos ha sido benevolente con esa cercanía con el Gobierno, especialmente valiosa ahora que Google enfrenta ante las autoridades de la Unión Europea investigaciones por prácticas anticompetitivas e indebida protección de los datos personales. El gobierno de Estados Unidos no va a dejar que se golpee así no más uno de sus estandartes y símbolo de poder a nivel mundial.
Antes fueron vendedores de armas y petroleras las que tuvieron el juego, sobre todo en gobiernos republicanos; ahora el turno es para la empresas de tecnología.
En todos los países, los reguladores, en mayor o menor grado, se inclinan a favor de unos y en contra de otros. Esa “captura del regulador” —a veces descarada, a veces imperceptible— es la razón de la industria del lobby.
En estos días se está hablando en Colombia de crear nuevas reglas para enfrentar la convergencia audiovisual y de reformar o suprimir las entidades existentes. Lo grave es el daño que puedan hacer mientras desaparecen.
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