Es ahora que Hillary Clinton está viendo los frutos de la decisión de no haberse divorciado cuando su esposo cometió la bajeza a la que los medios y el patriarcado han calificado de “una canita al aire”. Mismos medios y mismo patriarcado que lapidaron a la joven involucrada y la re victimizaron; cuando el casado, cuando el que tenía una familia, cuando el que prometió fidelidad y que falló fue él. “Es el presidente de Estados Unidos, lo tiene permitido,” con esto se lavaron las manos.
Hillary Clinton con esta decisión de doble moral y por demás sumisa ante el patriarcado envió un mensaje equivocado a las mujeres jóvenes, siendo ella una figura pública y que aduce ser feminista. Sin necesidad de ser feminista, ninguna mujer que se respete así misma tolera una falta de respeto y una humillación de semejante magnitud. Lo personal es político. No hago este comentario como juez, porque no me incumbe la vida privada de nadie, no es mi afán juzgar, pero la palabra se respeta y si alguien va a argumentar que es feminista lo tiene que demostrar con hechos.
Clinton se presenta en las redes sociales como: esposa, mamá y abuela. En ese orden, demostrando con esto su rol afín al patriarcado. ¿Qué feminista puede ser Clinton? ¿Qué tipo de feminista puede dar su voto por una mujer que le falta el respeto a tantas ancestras que dieron su vida en defensa de los derechos de las mujeres? Aunque claro está, existe la modalidad de feminista anglo, que defiende los derechos solo de la mujer blanca caucásica y guarda silencio y solapa cuando una mujer de otra etnia sufre la opresión del patriarcado, del machismo y la misoginia. Un ejemplo muy claro: el abuso que sufre la comunidad afro descendiente en Estados Unidos, la latinoamericana y la musulmana.
Partiendo desde ahí, el contexto de feminismo que maneja Clinton es burgués por donde quiera que se le vea. Burgués afín al patriarcado. No soy feminista, pero tampoco consiento el descaro y mucho menos cuando esto es para oprimir a otras mujeres. El papel injerecista que juega Clinton en América Latina (y en el mundo) no es el de una feminista que respeta los derechos humanos. Ninguna feminista entera aprobaría guerras, injerencias e invasiones a otros pueblos. Ninguna feminista llamaría “daños colaterales” a los niñas, adolescentes y mujeres violadas por militares invasores. Ninguna feminista toleraría centros de tortura como Guantánamo. Hillary Clinton los defiende.
Jugar el rol de una esposa condescendiente que perdona las infidelidades de su esposo le ha permitido estar en donde está, y aumentará su poder cuando sea nombraba en unos meses la primera mujer presidenta de Estados Unidos. Por supuesto, siguiendo la norma establecida milenariamente: primero tenía que ser un hombre negro, afín al capitalismo, vergüenza de su etnia; y segundo una mujer blanca caucásica, afín al capitalismo y vergüenza de su género. Ambos inhumanos, injerencistas y peones del capital empresarial.
¿Qué ser humano que es consciente, honrado e íntegro solapa y conduce injerencias en otros países y permite la opresión en el propio? ¿Por qué no se ha manifestado contra el golpe a Dilma en Brasil así como denuncia la “dictadura” de Maduro en Venezuela? Digo, por aquello de que es feminista.
No, si no se es mujer porque se nace con vagina y útero. La mujer es una construcción y no hay que leer tomos de libros para comprenderlo, es sentido común, instinto. Hillary Clinton por ende es un prototipo del capital estadounidense que utiliza su género para su conveniencia personal y lo pone a disposición del sector empresarial mundial y de las élites injerencistas. Y lo que es peor, manipula las mentes de las mujeres que en afán de equidad creen que lo de ella es feminismo.
Hillary Clinton habla de Cuba y no autorizará el desbloqueo, lo mismo que habla de Venezuela y atiza la invasión militar, lo mismo que apoya (y como presidenta autorizará) las deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados latinoamericanos. Lo mismo que tuvo que ver en el golpe a Zelaya en Honduras. Durante su mandato será Honduras el país base donde maniobrarán cualquier manipulación y ataque injerencista al continente. Así se perfila y lo podemos ver sin necesidad de doble filtro.
La destitución de Zelaya no fue por ahínco de la oligarquía interna solamente. El Plan Frontera Sur y Maya-Chortí no fue por el puro afán de agredir y asesinar migrantes en tránsito; el objetivo principal fue militarizar desde México hasta Honduras. El Plan de la Alianza para la Prosperidad no es una donación humanitaria de Estados Unidos hacia el Triángulo Norte de Centroamérica. El neoliberalismo establecido en la región da paso al avance de la injerencia estadounidense en diferente plano. Perú con Keiko Fujimori era la opción B para país base, por lo menos ahí Clinton no tiene la mesa servida como imaginó, los resultados de las elecciones dan un respiro, no tan prolongado pero respiro al fin.
Wall Street ha logrado lo que se propuso al comienzo de la carrera por la presidencia: movilizar a las masas hacia Hillary Clinton. Para ello crearon un arquetipo de contrincante que despertara el odio racial que siempre ha existido en el país, que despotricara cuanta palabrería pudiera en contra de etnias, continentes y países. La mediatización le dio realce a cada actuación y acentuó cada oratoria previamente planificada para que Trump fuera el antagonista odiado. A Sanders que representa un giro de 160 grados para el país lo dejaron en las sombras, sin micrófono y sin tribuna. Porque nos guste o no, a este mundo al revés no lo mueven las masas, lo mueve la mediatización y el poder del capital de las élites.
Con esa misma intromisión de los medios de comunicación han comenzado a celebrar a lo grande la ya muy clara presidencia de Hillary Clinton. Portadas de revistas la festejan, la idolatran y la colocan como semidiosa de la política en este país de amnesia colosal, de xenofobia y odio racial. Se estrenan documentales, se publican ensayos a granel, antologías y series fotográficas que cuentan su vida.
En efecto Hillary Clinton será la primera presidenta de Estados Unidos, eso no garantiza un cambio en materia de derechos humanos en la política interna, derechos laborales para mujeres sin importar etnia, o estatus migratorio. No garantiza absolutamente nada, más que se arrecie toda opresión establecida. Pero no solo eso; será también la primera mujer anglo, caucásica que desde la antípoda del feminismo marque una nueva era en la injerencia estadounidense no solo en Latinoamérica, sino en el mundo entero.
Tal parece que el objetivo principal de Hillary Clinton es el de superar la huella aciaga que dejó Margaret Tatcher en el mundo.
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