Trump se enreda en la trama rusa
Su exabogado dice que el presidente conocía los contactos en Manhattan
Sexo, mentiras y cintas de audio hacen que la Casa Blanca deje en ridículo al más fantasioso de los guionistas de Hollywood.
Ayer se estrenó una nueva entrega de Misión imposible. El indestructible Tom Cruise sale ileso de todo tipo de mamporrazos y acrobacias que van más allá del sentido común. Hay cosas que dice y hace el presidente Donald Trump que también trascienden la razón. Pese a que se ha elogiado como gran cine de acción, en absoluto Cruise puede eclipsar el despliegue del culebrón delRusiagate , con cameos estelares como el del presidente ruso, Vladímir Putin, y sus spin-off.
Aseguran que Trump tuvo una rara sensación, un cruce entre la decepción y ese estallido de cólera que lleva a tirar todos los objetos a mano, cuando supo que Michael Cohen, su antiguo abogado, su reparador personal de entuertos –el equivalente al Señor Lobo (Harvey Keitel) de Pulp Fiction– le había grabado mientras negociaban cómo pagar por el silencio de una chica Playboy. Karen McDougal, que así se llama, se enamoró del magnate e incluso le votó, pero eso no quita que aceptara callar por 150.000 dólares.
Ya no hubo decepción, sólo rabia y preocupación, al ver que Cohen se atrevía luego a facilitar a la CNN el audio en el que se escucha una voz muy parecida a la de Trump decir “paga en cash”.
El fiscal Mueller revisa los tuits del presidente por si hay presiones o intimidación
Si el presidente confesó no hace mucho que Cohen era un hombre honesto y bueno, un amigo, ahora sólo es un farsante en manos de la confabulación demócrata. Según la CNN –¡otra vez!–, Cohen sostiene que el entonces candidato supo con antelación de la reunión celebrada en junio del 2016 en la torre Trump de Manhattan con la expectativa de que emisarios rusos facilitarían “porquería” de Hillary Clinton.
El exabogado estaría dispuesto a explicarlo al fiscal especial Robert Mueller en su investigación del presunto apoyo del Kremlin a la campaña de Trump.
Esta versión contradice lo dicho por Trump, por su hijo Don Jr., que es el que recibió la oferta y el que convocó la cita, y los letrados del presidente. Siempre afirmaron que éste no tuvo conocimiento hasta que The New York Times preguntó en el verano del 2017. El comunicado en el que se replicó que el encuentro se produjo para hablar de “adopciones” lo dictó el mismo presidente, excusa pronto desmontada.
En apariencia, no hay cintas de todo esto. Pero Cohen habría insistido en que Trump aprobó la reunión en busca de material comprometedor, lo que supondría una clara injerencia extranjera, y que existen testigos. A muchos les ha venido a la memoria una declaración de Trump, el 7 de junio del 2016, coincidiendo con la visita de los rusos a sus cuarteles, en que prometió que “en un par de días” ofrecería una conferencia con material fresco sobre trapos sucios de su rival.
El presidente reiteró ayer su negativa en Twitter. “No supe nada de la reunión de mi hijo, Don Jr. Suena a alguien que está intentando montar historias para sacarse a sí mismo del lío”, escribió. Apuntó que Cohen está implicado en un conflicto con el sector del taxi, por una posible estafa, y que “todavía mantiene al abogado de Bill (Clinton) y ‘la corrupta Hillary’”, en alusión a Lanny Davis, defensor de Cohen.
También terció Rudy Giuliani, otro abogado de Trump, quien apoyó la tesis de que Cohen “es un mentiroso patológico”. Para Giuliani, Cohen “miente todas las semanas, ha mentido durante años, no sé cómo puede tener credibilidad”. Lo soltó con naturalidad, pese a que, si Cohen ha mentido, lo hizo por la organización de Trump, su empleadora.
Si lo que dice es verdad o no, eso está por ver. Tiene una carrera por detrás. Pero el choque evidencia la escalada entre el presidente y su “reparador”. Es una amenaza en potencia. Por ejemplo, el principal elemento para desacreditar el famoso informe del espía británico –donde se especifica el material sexual del que dispone Rusia para chantajear a Trump–, gira en torno al exabogado. Cohen negó en todo momento que él viajara a Praga para encontrarse con emisarios rusos y esto se argumentó como prueba de que el documento era falso.
El vicepresidente y jefe financiero de la Trump Organization, llamado a declarar
The vice president and chief financial officer of the Trump Organization has been called to testify
“La única injerencia de Rusia fue a favor de los demócratas, así que ahora indagan en mis tuits (y de otros 53 millones de personas), la caza de brujas continúa”, remarcó en su cuenta.
Este es otro frente. The New York Times avanzó el jueves que el fiscal Mueller se halla en plena revisión de los micromensajes del presidente y sus consideraciones en las que desacreditó al fiscal general, Jeff Sessions, y al antiguo director del FBI, James Comey. Sus pesquisas se centrarían en examinar si esos textos son un intento de obstruir la justicia, tanto por intimidar a testigos como por presionar a agentes de seguridad para que cierren el caso del Rusiagate. Mueller quiere interrogar al presidente en cuanto a sus tuits, una pata más de ese posible delito de obstrucción.
Además, Allen Weisselberg, vicepresidente y jefe financiero de la Trump Organization, ha sido llamado a declarar como testigo.
Sin embargo, Trump no entiende de enmienda. Tras el show de Helsinki, en el que despreció a sus servicios de inteligencia y se puso del lado de Putin, redobló su desafío al invitar a su homólogo ruso a Washington. Luego lo aplazó, por lo mal que sentó a los republicanos, asustados ante las previsiones de cara a las elecciones legislativas de este otoño.
Putin, atento al quite, ofreció ayer a su colega que visite Moscú para su segunda reunión. Y Trump feliz, según la Casa Blanca: “El presidente está ansioso por recibir a Putin en Washington a principios del nuevo año y está abierto a visitar Moscú si recibe una invitación formal”.
En la banda sonora, Los Manolos y su Amigos para siempre.
¿Como con Cohen y otros?
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