EL MURO DE TRUMP: UNA AÑEJA COINVERSIÓN MÉXICO–ESTADOS UNIDOS
El sistema político mexicano, plagado de corrupción, violencia y autoritarismo, ha resultado siempre útil y servil a los intereses políticos y económicos del vecino país del norte. Asumo plenamente mi posición a favor de los derechos de las personas migrantes y con dolor, indignación y convicción, me desmarco de las políticas migratorias discriminatorias, que prevalecen actualmente en la mayoría de los países.
La población mexicana está cansada del discurso xenofóbico del señor Trump y su absurda propuesta de construir un muro en la frontera con México y que, además, nuestro país lo pague. Nos reímos y con frecuencia lo tildamos de orate. Pero, contrariamente a lo que se piensa, la descabellada idea no es novedosa, aunque nos parezca absurdo imaginar que el gobierno mexicano esté dispuesto a pagar el muro.
Sin embargo, con la Iniciativa Mérida, como parte de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte, el gobierno mexicano, desde 2008 y hasta la actualidad, ha recibido préstamos económicos altísimos, por el gobierno estadounidense, para invertirlo en los cuatro pilares de la Iniciativa Mérida: 1) Interrumpir o reducir la capacidad operativa del crimen organizado; 2) Institucionalizar la capacidad de mantener el estado de derecho; 3) Crear la frontera del siglo XXI y 4) Construir comunidades fuertes y resilientes.
Como nos reclama y muestra la realidad, la capacidad operativa del crimen organizado lejos de interrumpirse o trastornarse se ha fortalecido y ha sobrepasado la capacidad de acción y respuesta por parte del gobierno mexicano, sea de Calderón, Peña Nieto o López Obrador, la violencia sigue en aumento. Se estima que, aproximadamente, 250 mil víctimas han tomado la guerra contra el narcotráfico desde que ésta se iniciara en 2006, con Felipe Calderón.
Son muchas las pruebas testimoniales del estado fallido que dejó el neoliberalismo, entre otras, la destrucción del estado de derecho, la brutal represión social como constante en las movilizaciones ciudadanas, el crimen de Estado contra los 43 normalistas de Ayotzinapa, los presos y desaparecidos políticos y los asesinatos impunes de defensores de los derechos humanos y ambientalistas y muchas más.
Comunidades fuertes y resilientes sin duda son una constante, pero no debido a la Iniciativa Mérida, sino a la increíble capacidad de resistencia y sobrevivencia que hemos tenido que generar las personas, como respuesta al contexto de violencia, empobrecimiento, saqueos e inequidad que caracterizaron al neoliberalismo. La capacidad creativa de resolvernos la vida no la debemos a los gobiernos, sino a los pueblos organizados. De tal modo, que el dinero, que ha prestado Washington a los gobiernos mexicanos, que en este año se estima en casi 88 millones de dólares, se ha invertido en construir la frontera del siglo XXI, no entre México y Estados Unidos, sino a través del muro humano pagado por México, que se ha puesto en la frontera sur, haciéndole el trabajo sucio al vecino país del norte.
Indignante e indignamente, México está pagando por el muro de Trump y lleva años haciéndolo.
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