Gobernar desde la oposición
Trump se encuentra más cómodo en su papel a la contra, de crítica a los esfuerzos ímprobos de los gobernadores
A Donald Trump lo que más le cuesta en esta crisis es no ser él mismo. Trata de refrenar su impulso innato a despreciar a los expertos y chocar con ellos, pero cada pocos días rebrota esa pulsión en sus declaraciones. Frente al trabajo serio de su asesor principal, el Dr. Tony Fauci, basado en evidencias médicas y científicas, escuchamos declaraciones de Trump recomendando medicinas no probadas o explicando contra todos los datos existentes que ya se ha vencido al virus. El presidente no tiene un modus operandi bien establecido para tomar decisiones a partir de estudios previos y con una deliberación interna suficiente. Carece de un equipo estable de asesores con veteranía y experiencia y, tal y como ha confesado, combina las reacciones instintivas con la atención a los datos. Da igual que estemos en una guerra en el que el papel de la ciencia es más decisivo que nunca. Le basta una conversación telefónica con un amigo –normalmente un empresario republicano millonario– o unos minutos viendo un debate de la Fox para llegar a conclusiones no negociables.
El país ha llegado a los 32.000 muertos ayer y solo ha hecho algo más de 2 millones de tests, en una población de 331 millones de habitantes. Esta semana Trump ha pasado de arrogarse ante los Estados una «autoridad total», saltándose la Constitución, a liderar la oposición. Se encuentra más cómodo en ese papel a la contra, volcado en criticar e impugnar los esfuerzos ímprobos de los gobernadores, algunos de los cuales han formado una coalición para ayudarse entre ellos, ante el vacío de liderazgo en la cúpula federal y la situación alarmante en sus territorios.
La labor de creación y desgaste del enemigo tan propia de Trump se realiza desde el púlpito de la Casa Blanca, a través de largas y confusas comparecencias diarias. Frente a las críticas por su inacción entre diciembre y febrero, el presidente fabrica una realidad alternativa y la emite a cualquier hora. Su batalla es la de la propaganda, en un año electoral completamente alterado por los múltiples efectos de la pandemia.
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