Los servicios de inteligencia de EE UU acertaron: Ucrania está bajo las bombas de Rusia.
Las alarmas no eran gratuitas. Con la invasión de Ucrania están tomando cuerpo las peores pesadillas de la historia europea. El presidente Putin ha optado por el uso de la fuerza como instrumento para resolver los contenciosos con sus vecinos y para reformatear el orden y las fronteras de Europa. Su agresión imperial y su idea de un continente dividido en áreas de influencia pertenecen a una época desgraciada que todos creíamos periclitada. El Gobierno de Rusia se ha comportado con el matonismo de los grupos mafiosos y la gran delincuencia, primero amenazando, después mintiendo y luego desencadenando una violencia propiamente bárbara que pone en peligro la vida de millones de ciudadanos, arruina las economías, también la rusa, y siembra el desorden en las relaciones internacionales.
Rusia ha dejado de comportarse como un Estado fiable con esta nueva vulneración de la integridad territorial. Con ella pretende modificar las fronteras y anular la soberanía de Ucrania, continuación de la acción perpetrada de forma subrepticia en 2014 con la anexión de Crimea y la secesión de Donetsk y Lugansk. Las elucubraciones de Putin sobre la historia de Ucrania, hasta negar la propia existencia del país y su derecho a la independencia, son una clara premonición de sus planes de aniquilación, propios de un Gobierno despótico que se considera por encima de cualquier ley y atiende solo al derecho del más fuerte.
Putin quiere corregir por la vía expeditiva militar la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX, tal como calificó la desaparición de la Unión Soviética, y con ella la derrota del sistema comunista en la Guerra Fría. La ocupación de Ucrania es solo el primer paso de un proyecto amenazante, al menos para todos los países que estuvieron integrados en el Pacto de Varsovia, y especialmente para las tres repúblicas bálticas, que fueron anexionadas por la Unión Soviética y actualmente cuentan con una peligrosa frontera con Rusia. Todos los países que pudieron escapar del yugo soviético cuentan con democracias sin parangón, incluso en los casos iliberales de Polonia y Hungría, con los regímenes autoritarios que persisten en todo el espacio postsoviético controlado por Moscú. No es únicamente la soberanía de estos países la que está en peligro, sino que, como consecuencia, se trata del futuro de la democracia en Europa. E incluso más allá, el precedente sentado por Putin abre las puertas de un mundo organizado bajo la ley de la fuerza.
La irresponsabilidad de la agresión de Putin sobre Ucrania es enorme. Rusia es una de las dos superpotencias nucleares. La acción iniciada en la madrugada del jueves afecta directamente desde el punto de vista de la seguridad al Reino Unido y Francia, dos países que cuentan también con el arma nuclear. Toda la estructura multilateral europea se ve sometida a un reto existencial, especialmente la UE y la OTAN (y a ambas aspiraba a ingresar Ucrania). También es el caso de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), en la que Rusia todavía está integrada, sin que tenga sentido alguno la participación de un Estado abiertamente dispuesto a vulnerar sistemáticamente los principios fundacionales de la organización. La crisis institucional provocada por el Kremlin afecta también a Naciones Unidas, organización creada precisamente para evitar este tipo de actuaciones, pero cuyo Consejo de Seguridad se encuentra ahora secuestrado por el derecho de veto de Moscú.
La respuesta que merece la invasión requiere resolución y rapidez en grado máximo. El G-7 expresó el jueves en una reunión virtual su “apoyo y solidaridad inquebrantable” a Ucrania, y las reacciones en Occidente incluyen la dimisión de sus cargos en consejos de administración de empresas rusas por parte de numerosos políticos y, entre ellos, Matteo Renzi.
Pero es necesaria también la imposición inmediata de un severo régimen de sanciones en la dirección que ha empezado a hacerse efectiva tanto por parte de Biden como del Reino Unido y la UE. Joe Biden anunció medidas el jueves con “costes severos” con el objetivo de debilitar la economía rusa sin perjudicar o intentando minimizar el efecto que pudieran tener en las economías occidentales. Dijo expresamente no a la intervención militar en Ucrania pero no a fortalecer el “flanco oriental” de la OTAN en acciones de apoyo. En un plazo muy rápido, de apenas 24 horas, los aliados han redoblado sus sanciones contra Rusia con la intención de asestar un duro golpe a su sistema financiero, aunque aún quepan otras medidas más de carácter económico.
De momento, Estados Unidos y el Reino Unido han congelado los activos de algunas de las cuatro principales entidades financieras de Rusia, entre ellas VTB, el segundo banco ruso por activos. Londres ha prohibido que aterricen en suelo británico los aviones de Aeroflot y las principales empresas rusas se quedan sin acceso a financiación en dólares, euros, libras y yenes. Varios petroleros rusos no pudieron ya obtener este jueves cartas de crédito para enviar sus buques. Boris Johnson limitó la cantidad de dinero que podrán tener en cuentas británicas. Joe Biden fue preguntado por la expulsión del sistema de pagos internacionales Swift, sin descartarla, mientras que Boris Johnson sí anunció la voluntad de excluir a Rusia. Por su parte, la UE anunció anoche una batería de medidas en la misma línea que serán aprobadas en las próximas horas.
Lo que expresan estas medidas es la decidida voluntad de los aliados de combatir a través de sanciones con efectos a medio y largo plazo el ataque ruso. Todas ellas respaldan el objetivo necesario de cortar amarras comerciales y económicas con un Gobierno que ha superado cualquier límite de comportamiento civilizado y fiable.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.