The military budget bill for 2024 has become a symbol of America's problems and political polarization.
Normally the legislation, which this time presents an expenditure of $886 billion for the Armed Forces, is passed by the House of Representatives with broad bipartisan support.
In fact, it could almost be said that the U.S. Armed Forces enjoyed a privileged political position. Or rather, that they were beyond the debate of the moment.
Above all, they are a not-so-small parallel microcosm of U.S. society. The Armed Forces' more than 1.5 million members are sons, nephews, nieces, brothers, uncles, neighbors, friends. That explains in part the respect and affection most Americans have for their military. Military veterans represent just over 6% of the country's adult population.
Part of it is also that military service offers the possibility of social, professional and economic advancement, inside or outside the institution. It is the idea, more or less fulfilled, of the citizen-soldier.
But that connection also means that the U.S. Armed Forces have sometimes become a social laboratory. And this time is no exception.
The military budget bill often includes other measures, and the lower house, controlled by a Republican majority in which a group of 30 far right members of Congress have enormous influence, passed a bill by 219-210 that included measures to block Pentagon policies to reimburse the travel costs of troops seeking abortions; end coverage of transition surgeries and hormone treatments for transgender troops; eliminate diversity and inclusion programs; and limit specific flags that can be flown on military installations — especially LGBTQ pride flags.
The legislation, at least as it stands, will probably never pass the Democratic-controlled Senate. In fact, Democrat Joe Biden's administration felt that the legislators have conflated national social debates with the security needs of the country.
It is worth remembering that it was the integration of the Armed Forces that dealt a near-fatal blow to racial segregation after World War II, and that it was the Armed Forces that stopped the McCarthyism "witch hunt" of the 1950s.
Ironically, both interventions took place under Republican administrations.
But it is also worth remembering that the need for national security and supplying the U.S. Armed Forces has created that gigantic "military-industrial complex" denounced in 1961 by President Dwight D. Eisenhower in his farewell address, and that they have become a cause in their own right: In military operations, it is often not justice or reason that is at issue, but the fact that U.S. troops are involved and should not be abandoned.
La ley de presupuesto militar para 2024 se convirtió en el símbolo de los problemas y la polarización política de Estados Unidos
La ley de presupuesto militar para 2024 se convirtió en el símbolo de los problemas y la polarización política de Estados Unidos.
Normalmente la legislación, que esta vez anuncia un gasto de 886 mil millones de dólares para las necesidades de las Fuerzas Armadas, es aprobada por la Cámara de Representantes (diputados) con un amplio respaldo de legisladores de ambos partidos.
De hecho, casi podría decirse que las FA estadounidenses gozan de una posición política de privilegio. O más bien, que estaban por encima de los debates del momento.
Sobre todo, son un no tan pequeño microcosmos paralelo de la sociedad estadounidense. Sus más de 1.5 millones de miembros son los hijos, sobrinos, hermanos, tíos, vecinos, amigos. Eso explica en parte el respeto y el afecto que la mayoría de los estadounidenses profesa por sus militares. Los veteranos del servicio representan poco más del seis por ciento de la población adulta del país.
Parte también es que el servicio militar ofrece la posibilidad de avance social, profesional y económico, dentro o fuera de la institución. La idea, más o menos mejor cumplida, del ciudadano-soldado.
Pero esa vinculación hace también que las Fuerzas Armadas estadounidenses se conviertan a veces en un laboratorio social. Y esta vez no es la excepción.
La ley de presupuesto militar suele incluir medidas paralelas, y la Cámara baja, controlada por una mayoría republicana en la que un grupo de 30 diputados derechistas tiene una enorme influencia, aprobó por 219 a 210 un proyecto de ley que incluía medidas para bloquear las políticas del Pentágono que reembolsan los costos de viaje de las tropas que buscan abortos, terminar con la cobertura de cirugías de transición y tratamientos hormonales para las tropas transgénero, eliminar la diversidad y programas de inclusión, y para limitar las banderas específicas que se pueden ondear en las instalaciones militares –en especial las del orgullo LGBTQ.
La legislación, al menos como está, probablemente jamás pasará el filtro del Senado, controlado por los demócratas. De hecho, el gobierno del demócrata Joe Biden consideró que mezclaron los debates sociales nacionales con las necesidades de seguridad del país.
Valdría la pena recordar que fue la integración de las Fuerzas Armadas la que dio un golpe casi mortal a la segregación racial después de la Segunda Guerra Mundial, y que fueron ellas las que detuvieron la "cacería de brujas" del macartismo en los años 50.
Irónicamente, ambas intervenciones se dieron bajo gobiernos republicanos.
Pero también, que las necesidades de seguridad nacional y de abastecer a las FA estadounidenses han creado a ese gigantesco "complejo industrial-militar" denunciado en 1961 por el presidente Dwight Eisenhower en su discurso de despedida; y que se han convertido en una causa por sí mismas: en operaciones militares muchas veces no se debate la justicia o la razón, sino el que haya tropas estadounidenses involucradas que no deben ser abandonadas.
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