La comunidad internacional asistió conmovida a los hechos de violencia ocurridos en 2020 en el Congreso Federal de los Estados Unidos, el día que debía proclamarse la fórmula presidencial ganadora.
En noviembre de 2020, Joseph Biden fue elegido presidente al haber obtenido 306 votos, contra 232 de Donald Trump. En ese país, la elección de presidente y vicepresidente es indirecta. El 6 de enero de 2021, ambas Cámaras del Congreso debían certificar el resultado del Colegio Electoral, pero ese día Trump –todavía presidente– se dirigió a sus seguidores para expresarles que había ganado la elección de manera aplastante y que nunca reconocería otra cosa. Fue así que un grupo enardecido irrumpió violentamente en el Congreso; atacó a empleados e impidió seguir el trámite.
Recientemente, el estado de Colorado, al igual que el de Maine, bloquearon a Trump la posibilidad de ser candidato en los comicios estaduales de este año. Más de una decena de Estados analizan avanzar en el mismo sentido. Uno de los principales argumentos radica en la sección tercera de la Enmienda XIV de la Constitución, que impide ser senador, diputado, elector o funcionario público a quien, habiendo jurado defenderla, se haya visto involucrado en una insurrección o rebelión en contra de ella.
Trump acaba de urgir a la Suprema Corte para que defina su caso. Sus defensores argumentan que, de mantenerse la inhabilitación, marcará la primera vez en la historia del país en que una decisión judicial impida a los electores votar por el candidato líder de uno de los partidos principales.
La ciudadanía norteamericana aguarda expectante el pronunciamiento del máximo tribunal tras los violentos hechos de 2021.
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