Los retos del 6 de noviembre en EE UU
La desigualdad y la polarización son dos problemas que la Casa Blanca no podrá eludir
El torbellino electoral en Estados Unidos ha acabado por ocultar durante el último año problemas estructurales sobre los que cabalga la polarización que divide la sociedad de ese país y con los que tendrán que lidiar las instituciones, empezando por la Casa Blanca. A diferencia de ciclos electorales anteriores, a pesar de la abismal diferencia entre los dos candidatos, se percibe que demócratas y republicanos son conscientes de cuáles son los motivos del descontento.
El fenómeno de Donald Trump y el descrédito de las instituciones no se puede entender sin la perspectiva de que la clase media del país ha salido perdiendo de todas las crisis de este siglo, principalmente la de las hipotecas de 2008, la pandemia y la crisis inflacionista de 2023. En cada una de ellas ha visto mermar su capacidad de prosperar, una promesa que es la base misma de la cohesión social de EE UU. Con el empleo en cifras récord y los datos macroeconómicos sorprendentemente buenos, alrededor de la mitad de los estadounidenses declaran estar peor económicamente y casi un 40% afirma que no llega a fin de mes. Por eso, los dos candidatos han centrado el mensaje económico en la clase media empobrecida.
La crisis de vivienda es un factor clave de esta ansiedad económica debido a factores conocidos: reducción del parque disponible y descontrol en el mercado de alquiler. Los precios de la vivienda han subido un 47% en cuatro años hasta expulsar del mercado a millones de personas que en 2019 aún podían aspirar a comprar. Es un trauma colectivo que necesita solución a largo plazo y con implicación de todas las administraciones. Se siente quien se siente en la Casa Blanca.
La preocupación en torno a la inmigración también va a seguir ahí. Es ya una victoria de Trump el hecho de que una mayoría de votantes demande más restricciones. Por contra, la decisión del Tribunal Supremo de revertir la protección federal al aborto ha despertado una ola reivindicativa que no tiene marcha atrás. Ya sea a nivel estatal o federal, una mayoría social seguirá presionando para la recuperación de ese derecho. Esta es una batalla que los republicanos han perdido, como los demócratas la de la inmigración.
Quizá el problema más importante con el que se despiertan los estadounidenses este 6 de noviembre es el de la extrema polarización política, algo que a corto plazo solo puede ir a más. Estados Unidos es un país fracturado que, como referencia de lo que significa la palabra democracia en todo el mundo, tiene como primer reto restaurar la confianza ciudadana en las instituciones.
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