Republicans are attacking Obama's project as a model that reincorporates class warfare in the debate over the president's economic rescue plan.
Before, they spoke of the problems of "racial tensions," but the U.S. citizens proved that conflict baseless and henceforth irrelevant by their vote in the last presidential election. The real issue at hand, as evident in the president's impressive document (A New Era of Responsibility: Renewing America's Promise, Office of Management and Budget, 135 pages), is the ratification of what I have repeatedly expressed, again and again, in this column: For every developed country, the past decade has proved disastrous for the wage earner and has witnessed an extreme concentration - or expropriation - of income in a small minority.
The previously cited document from the White House does not ignore this very harsh reality. The title on page nine gives it away: "Accumulating wealth and closing doors to the middle class." U.S. society was designed to form and develop a great middle class. The report denounces the dismantling of said model: "...the Nation’s top 400 taxpayers made more than $263 million on average in 2006, but paid income taxes at the lowest rate in the 15 years in which these data have been reported. In constant dollars, the average income of the top 400 taxpayers nearly quadrupled since 1992" (page 9). However, it does not stop there.
Furthermore, it adds, "It's no surprise, then, that wealth began to be ever more concentrated at the top. By 2004, the wealthiest 10 percent of households held 70 percent of total wealth, and the combined net worth of the top 1 percent of families was larger than that of the bottom 90 percent. In fact, the top 1 percent took home more than 22 percent of total national income, up from 10 percent in 1980..." That explains the enormous decline of the role of wages (which in Mexico is barely 30 percent of the GDP) in the U.S.'s GDP.
"There is nothing wrong with people succeeding and making money. But there is something wrong when the opportunity for all Americans to get ahead, to enter the middle class, and to create a better life for their children becomes more and more elusive... Between 2000 and 2007, median income among households headed by those under 65 fell by $1,951. To keep up, more and more Americans have turned to credit and debt: by 2007, household debt as a percentage of disposable personal income was 133.7 percent. And some Americans have not been able to keep up, falling out of the middle class and into poverty. From 2000 to 2007, the number of Americans living in poverty increased by nearly 5.7 million, and 1.7 more children lived in poverty in 2007 than in 2000. In fact, 18 percent of children, about 13 million in total, lived in poverty in 2007" (page 8).
Class warfare? "These problems then were made worse by policies that benefited those at the top at the expense of almost all Americans..."
The readers of this column know that I have repeated over and over that in the last decade, the concentration of income in developed countries has led to an immense expropriation of earnings (those of wages in societies mostly composed of new middle classes). Additionally, the mechanism of corruption converted these groups into debtors as a result of a model that destroyed savings and instead praised credit and consumption.
This process paralyzed development (humanity's historic advancement from one economic level to another) and destroyed the ethic foundations of coexistence, also giving rise to the failure of the ruling class and the most powerful bankers, who escaped their priorities in avid stupidity. The president defines it as "ignoring our long-term challenges." The reading has made an impact on me and I pass it on as a harsh and necessary analysis.
¿Lucha de clases a consecuencia de Obama?
Los republicanos denuncian el proyecto de Barack Obama como un modelo que reincorpora la lucha de clases al debate sobre el plan rescate de la economía.
Antes hablaban de “conflictos raciales”, que el voto de los estadounidenses ha dejado sin sentido y sin proyección de futuro. Lo que realmente está en juego y se esclarece, sin dudas, en el impresionante documento del presidente (A new era of responsability. Renewing America promise, Office of Management and Budget, 135 páginas) es la ratificación de lo que, reiteradamente, he publicado, una y otra vez, en esta columna: que en todos los países desarrollados la última década ha significado un desastre para la masa salarial y una violenta concentración —expropiación— del ingreso en una minoría.
En el documento antes citado no se elude, desde la Casa Blanca, esa dura, áspera, realidad. La página 9 lo delata: “Accumulating wealth and closing doors to the middle class”. En efecto, “Acumulación de la riqueza y cierre de las puertas a la clase media”. La sociedad estadounidense se proyectó como formación y desarrollo de una gran clase media. El informe denuncia el desmantelamiento de ese modelo: “Los 400 mayores sujetos fiscales, en dólares constantes (no corrientes), cuadruplicaron casi sus fortunas desde 1992 y pagaron al fisco el más bajo porcentaje de los últimos 15 años” (página 9). No sólo allí.
Añade que “no hay sorpresa entonces en que la riqueza comenzara a concentrarse en la cima. En 2004 —la era de Greenspan, interrumpo— el 10% de los más ricos hogares representaban 70% de la riqueza total y la combinada riqueza neta de 1% de las familias fue mayor que el 90% más bajo. En efecto, el 1% más rico (the top 1 percent, no hay dudas) acumuló más de 22% del PNB”. Eso explica el descenso brutal del papel de la masa salarial (en México escasamente 30% del PIB) en el Producto Interno Bruto.
“No hay nada malo —continúa el documento— en que la gente sea exitosa y gane dinero. Pero hay algo que es malo cuando la oportunidad, para ir adelante, se cierra a todos los estadounidenses para su incorporación a las clases medias y para crear una vida mejor para los niños… Entre el 2000 y el 2007, la deuda de los hogares, como porcentaje del ingreso personal disponible, fue de 133.7% y muchos estadounidenses no han sido capaces de sostenerse y quedaron fuera de la clase media para caer en la pobreza. Entre 2000 y 2007 el número de estadounidenses viviendo en la pobreza se incrementó casi en 5.7 millones y, en 2007, en comparación con el año 2000, casi un millón 700 mil niños han entrado en la pobreza. En efecto, 18% de los niños, es decir, alrededor de 13 millones de niños en total, vivían en la pobreza en el año 2007…” (página 8).
¿Lucha de clases? “Estos problemas se hicieron peores por las políticas que beneficiaban a la cúspide (at the top) a expensas de la mayoría de los estadounidenses…”.
Los lectores de esta columna saben que una y otra vez he repetido que en el último decenio la concentración del ingreso en los grandes países desarrollados ha significado una inmensa expropiación del ingreso (el de la masa salarial en sociedades en su mayoría de las nuevas clases medias) y que además, por otra parte, el mecanismo de corrupción del sistema las convertía en deudoras en virtud de un modelo que destruía el ahorro y colocaba el crédito y el consumo en la categoría de lo sagrado. Ese procedimiento paralizó el desarrollo (el tránsito de un nivel a otro más alto de la acción histórica de los pueblos) y se destruyeron las bases éticas de la convivencia generalizándose, además, el fracaso de las clases dirigentes y bancarias que, en su avidez estúpida, eludieron las prioridades. El presidente lo define así: “La ignorancia de los desafíos de largo plazo”. Me ha conmovido la lectura. La traspaso como duro y necesario análisis.
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The economic liberalism that the world took for granted has given way to the White House’s attempt to gain sectarian control over institutions, as well as government intervention into private companies,
The madness lies in asserting something ... contrary to all evidence and intelligence. The method is doing it again and again, relentlessly, at full volume ... This is how Trump became president twice.