Yesterday, The Washington Post published information obtained from former contractor Edward Snowden and other sources with links to a National Security Agency project. The NSA now uses a system that is capable of processing any and all telephone calls made in any foreign country. A recorded conversation can be analyzed at any time during the one-month period following the date on which it was recorded.
The information was released a day after the chair of the Senate Intelligence Committee, Dianne Feinstein, indicated she has good reason to believe that the CIA had been spying on computers belonging to U.S. legislators who were involved in investigating the CIA’s overseas efforts to detain and interrogate terrorism suspects.
Some nine months after Edward Snowden first leaked information about the massive U.S. espionage program, documented evidence continues to flow, revealing the extent of the criminal practices, which have had an impact on governments, businesses and citizens from around the world — including the U.S. — and even members of the legislature in a neighboring country. The program clearly constitutes a threat to both the balance and the separation of powers.
By sanctioning a massive abuse of the right to privacy and security among national governments, individual organizations and private citizens, Washington has been able to illegally obtain information and thus gain a disproportionate concentration of power in the geopolitical, economic, commercial, technological and financial spheres.
Although the reach of U.S. power remains considerable, disclosures about leaks — such as The Washington Post article — have meant a loss of global influence, image and reach by Washington. Sooner rather than later, this shift could produce a global reconfiguration of information exchange, thus causing the erosion of one of the major pillars of U.S. hegemonic power.
It is only fair that the German government — whose members have been victims of Washington’s espionage — has called for the creation of a European data network that cannot be accessed by U.S. telecommunications servers, and that some months ago the group of emerging economies known as BRICS — Brazil, Russia, India, China and South Africa — began pushing for the creation of an alternative internet platform known as “cable BRICS” that would sidestep the large telecommunications hubs in the U.S. and Europe.
It is in this context that the Mexican government’s obsequiousness — despite proof that the NSA engaged in illegal and intrusive surveillance of the highest levels of government, including the president of the republic — is inexplicable. The government’s position is not sustainable. On the one hand, espionage is a crime according to Mexican law; as such, violators should be pursued and sanctioned. On the other hand, its espionage practices have conferred on Washington any number of illegitimate advantages within the parameters of a bilateral relationship, which is already marked by asymmetry and interference in internal affairs that are solely in the purview of the Mexicans.
EU: espionaje y reacciones contrastantes
Según información publicada ayer en el diario The Washington Post, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos posee un sistema capaz de procesar la totalidad de las llamadas telefónicas de cualquier país extranjero, y analizar las conversaciones hasta un mes después de grabadas, según personas vinculadas al proyecto y de acuerdo con documentos secretos obtenidos por el ex contratista Edward Snowden.
Esta información se produce un día después de que Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado estadunidense, aseguró tener grandes motivos para pensar que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) espió computadoras de legisladores que investigan los programas de detención e interrogatorio que esa agencia aplicó en el extranjero a sospechosos de terrorismo.
A más de nueve meses de darse a conocer las primeras filtraciones realizadas por Edward Snowden sobre los programas de espionaje masivo de Estados Unidos, continúan saliendo a flote evidencias documentales sobre la extensión de una práctica delictiva que ha afectado a gobiernos, empresas, ciudadanos de todo el mundo –incluidos los estadunidenses– e incluso a los integrantes del Congreso del vecino país, en lo que constituye una clara vulneración al equilibrio y la separación de poderes.
Al amparo de esa vulneración masiva al derecho a la privacidad y a la seguridad de estados nacionales, organizaciones y particulares, Washington ha concentrado, mediante la obtención ilegal de información, un desmesurado poder en los terrenos geopolítico, económico, comercial, tecnológico y financiero.
A pesar de que los alcances de ese poder siguen siendo considerables, la divulgación de filtraciones como la comentada ha representado para Washington una pérdida de influencia, imagen y proyección mundiales, y es posible que ello se traduzca más pronto que tarde en una reconfiguración en la dinámica planetaria de los intercambios de información y en la consecuente erosión de uno de los pilares principales del poderío hegemónico estadunidense.
No es gratuito que el gobierno de Alemania –cuyos integrantes han sido víctimas del espionaje de Washington– haya propuesto recientemente la creación de una red de datos europea que evite el paso de las informaciones digitales por servidores informáticos estadunidenses, y que el grupo de economías emergentes conocido como BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) haya impulsado, desde hace meses, la creación de una estructura internética alternativa, conocida comocablebrics, que pasaría por fuera de los grandes centros de telecomunicaciones estadunidenses y europeos.
En este contexto resulta doblemente inexplicable la obsecuencia del gobierno mexicano ante las pruebas de que la NSA realizó una vigilancia ilegal e injerencista en las más altas esferas institucionales del país, empezando por la Presidencia de la República. Tal postura es insostenible, por una parte, porque el espionaje es un delito tipificado en las leyes nacionales, que debe ser perseguido y sancionado, y por la otra, porque esa actividad ha proveído a Washington de numerosas ventajas ilegítimas en el contexto de una relación bilateral de por sí marcada por las asimetrías y el injerencismo en asuntos internos que sólo competen a los mexicanos.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.