The city of Detroit was founded in 1701. During the 20th century it developed with the expansion of the automobile industry and also suffered as a result of the industry’s subsequent decline, which has taken place over 40 years. In 1950 Detroit’s population reached 1.8 million people; in the last decade this has reduced to less than 700,000. Since 2000, Detroit has lost a quarter of its inhabitants, a clear sign of the rapid decline of the industrial sector.
On July 19, the city declared bankruptcy, as it was unable to pay its huge debts, which have reached $18 billion. This is the largest bankruptcy of a large city in the United States, followed by Jefferson County, Ala., which declared bankruptcy in 2011 with debts of $4.2 billion and a population of 659,000.
The legal confrontation with bondholders, pensioners and other creditors is open. There is complete uncertainty among the public; no one knows if there will be municipal services or if they should change their residence. The city only has 30 cents for each dollar of debt.
The largest part of the debt – almost half – is unfunded obligations for retirement plans and health costs for the retired. It has been proposed to reduce 90 percent of these costs and accept the political and social problems that would entail.
There are legal differences between bankruptcy in a company — for example, General Motors, the largest company in the area — and a city, but in the end each have to pay their debts in some way. One of the assumptions in Detroit is that the government will intervene and help, just as they did in 2009 when General Motors received a bailout.
However, there is no evidence that this will happen for the city of Detroit. No one wants to support what is widely believed to be decades of poor fiscal administration by the municipal government. It is funny (is it?) that in the case of large banks, the criteria of systematic risk was applied and the Treasury and the Federal Reserve intervened to rescue them. But in a city, the reason of systematic risk does not exist. Decision makers, believing that the fall of Detroit will not affect other cities, are exempted from the moral weight associated with the issue of how to deal with Detroit. As if this weren’t exactly the same case with the banks.
There are even reports that creditors are looking at the important collection at the Art Institute of Detroit, which the city owns. This event is not trivial. This ownership scheme is not common in other large museums, and represents a good example of what is public and the necessity to preserve it as it is. This museum is considered to be one of the top 10 encyclopedic museums in the United States.
The state’s attorney general said, “If you could sell off Detroit’s hospitals and its universities, would you do that, too? If you do things like this, you’re basically spelling the end of the city as an ongoing entity.” But as things are going these days, this is not an impossible scenario.
In the ‘70s, the automobile industry began to fall in terms of productivity and had high labor costs due to competition from Japanese companies like Honda, Nissan and Toyota and German companies like BMW. The gap widened until 2008; today, in addition to the fall of demand due to the financial crisis, consolidation is difficult.
In images of the city, you can see large abandoned and destroyed areas — an example of how a city can go from boom town to ghost town.
The boom was not only industrial. It was in Detroit where one company pushed for racial integration through music. Motown, created by Barry Gordy Jr. in 1959, continues to be a cultural reference. Part of its history, as much of the implosion in Detroit as that of Motown, can be seen in the movie “Searching for Sugar Man,” which follows the life of the musician Sixto Rodriquez.
The automobile industry continues to be an integral part of the economy in Detroit. Its weakening came as a result of high costs and production in countries such as Mexico. There the major industrial exports generate intra-firm trade with GM, Ford and Chrysler.
But industry in the United States, including the automobile industry, is in the process of reconstructing itself, which includes returning to local production. Here is where Detroit and its crisis have a place. This could modify conditions in Mexico significantly.
Detroit’s case proves that the urban process is closely associated with the productive structure and its fast changes in a global era of free trade. It deals with the special dimension of economic growth and how it affects various parts of Mexico.
The distance between Detroit and Mexico City is 3,745 kilometers; a little less to Silao; 3,033 to Chihuahua; 2,499 to Saltillo and 2,914 to Hermosillo. But the economic and financial distance is much less. The changes in the organization of the automobile industry are strategies for the United States. They can happen fast and cause changes in productivity, finances, demographics and territory — all subjects very relevant to Mexico.
La Jornada
Opinión
Lunes 22 de julio de 2013
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La implosión de Detroit
León Bendesky
L
a ciudad de Detroit se fundó en 1701. Durante el siglo XX su desarrollo se ligó con la expansión de la industria automotriz. También su posterior decadencia. Esta se ha extendido durante 40 años. En 1950 su población llegó a 1.8 millones de personas y en la última década se redujo apenas a poco más de 700 mil; desde 2000 perdió una cuarta parte de los habitantes, en un claro signo de una fuerte declinación del sector industrial.
El pasado 19 de julio la ciudad se declaró en quiebra al no poder seguir pagando sus voluminosas deudas, que ascienden a 18 mil millones de dólares. Esta es la quiebra más grande de una ciudad en Estados Unidos, seguida por Jefferson County, en Alabama, en 2011, con deudas por 4.2 mil millones y una población de 659 mil personas.
La confrontación legal con tenedores de bonos, pensionados y otros acreedores está abierta. La gente padece una gran incertidumbre pues no sabe si habrá servicios municipales o si deberán cambiar su residencia. Actualmente la ciudad cuenta con sólo 36 centavos para cubrir cada dólar de deuda.
La mayor parte de la deuda, casi la mitad, son obligaciones no fondeadas de planes de pensiones y de costos de salud para retirados. Para advertir el conflicto, nótese que se ha propuesto rebajar 90 por ciento estos pasivos con el consecuente costo político y social que acarrearía.
Hay diferencias legales entre una quiebra empresarial como la de General Motors, la más grande del lugar, y una ciudad, pero al final hay que pagar las deudas de alguna manera. Una de las preguntas que se hacen es si, como en el caso de GM que intervino el gobierno federal en 2009 con un esquema de salvamento, haría algo similar con la ciudad.
No hay evidencia de que así sea. Nadie justifica una acción como esa y el argumento predominante son las décadas de mala administración fiscal de los gobiernos municipales. Es curioso (¿será?) que en el caso de los bancos más grandes se aplica el criterio de riesgo sistémico y el Tesoro y la Reserva Federal intervienen para rescatarlos. Pero en una ciudad ese motivo no existe. Y se exime el riesgo moral que provocaría con otras ciudades endeudadas. Como si ese no fuese precisamente el caso de los grandes bancos.
Incluso hay reportes de que los acreedores le han echado el ojo a la importante colección del Instituto de Arte de Detroit, que es propiedad de la ciudad. Este asunto no es trivial. Este esquema de propiedad no es común en otros grandes museos y representa un buen ejemplo de lo que es un bien público y la necesidad de preservarlo como tal. Está considerado entre los diez principales museos enciclopédicos de Estados Unidos.
El fiscal general del estado ha dicho: "¿Si se pudiesen vender los hospitales y las universidades de Detroit también lo haríamos? Si se hacen ese tipo de cosas se estaría básicamente proponiendo cancelar la continuidad de la ciudad como una entidad". Pero, como van las cosas estos días, ese no es un escenario imposible.
La industria automotriz cayó en fuerte desventaja desde los años de 1970 en términos de productividad y con una fuerte carga de costos laborales, ante la competencia de empresas japonesas –Honda, Nissan y Toyota– y alemanas como BMW. Esa brecha se fue ensanchando hasta 2008 y hoy, con la caída de la demanda por la crisis financiera, es difícil la consolidación.
En las imágenes de la ciudad pueden verse grandes áreas abandonadas y destruidas, una muestra de cómo se puede pasar del auge urbano a una honda crisis social y una situación espectral.
El auge no fue sólo industrial; en Detroit se creó una de las empresas que dieron un paso firme en la integración racial mediante la música. Se trata de Motown, creada por Berry Gordy Jr en 1959 y que sigue siendo hoy un referente cultural. Parte de esta historia, tanto de la implosión de Detroit como la de Motown, se puede ver en la película Buscando a Sugar Man que trata de ese extraño personaje que es el músico Sixto Rodríguez.
La industria automotriz sigue siendo parte integral de la economía de Detroit. Su debilitamiento tuvo que ver con los altos costos y con la producción en otros países, por ejemplo México. Aquí esa actividad es la que mayores exportaciones industriales genera en un comercio intrafirma con GM, Ford y Chrysler.
Pero la industria en Estados Unidos, incluyendo la automotriz, está ya en un proceso de restructuración que incluye volver a producir localmente y ahí tiene un lugar Detroit y su crisis. Esto puede modificar las condiciones en México y de modo significativo.
El caso de Detroit evidencia que el proceso urbano está estrechamente asociado con la estructura productiva y sus rápidas modificaciones en la era global y de "libre comercio". Se trata, además, de la dimensión espacial del crecimiento económico y su correlato está en varias partes del territorio mexicano
La distancia entre Detroit y el Distrito Federal es de 3 mil 745 kilómetros, un poco menos a Silao; 3 mil 33 a Chihuahua, 2 mil 499 a Saltillo y 2 mil 914 a Hermosillo. Pero la distancia económica y financiera es mucho menor; los cambios en la organización de la industria automotriz son estratégicos para Estados Unidos y pueden ser rápidos y obligar a ajustes productivos, financieros, poblacionales y territoriales muy relevantes para México.
Comentario
jose luis escobedo
La experiencia en Detroit nos muestra lo que puede suceder en México en caso de una reorganización de la industria automotriz en Estados Unidos.Esta experiencia es la que debe mover a los gobiernos locales para estudiar un Plan B, que nos prepare para una posible modificación de la situación de aparente bonanza en que viven las poblaciones que dependen de la industria automotriz en México. Un acomodamiento de la industria automotriz en Estados Unidos no nos favorecería y solo aumentaría la lamentable situación de inseguridad y de pobreza que viven las ciudades de Saltillo, Silao, Hermosillo y Chihuahua. Los gobiernos locales viven engolosinados con las inversiones extranjeras, son sus vasallos, permiten la violación de las leyes mexicanas que protegen a los trabajadores y proclaman como un mérito a la mano de obra barata de nuestros trabajadores.El capital extranjero es golondrino y saqueador de la riqueza nacional. Gracias por el espacio.Jose luis Escobedo
No, gracias ditroit.
mar
La barbarie industrial que aniquila toda forma de vida. Antes de la usurpacion de Nuestro Gobierno Mexicano, por parte de foxa y luego calderon, los empresarios sucios y bastante malos,extranjeros, introdujeron a Nuestra Tierras, grupos terroristas con nombres e historias biblicas, co-patrocinadas por los traidores y los complices del infortunio mayor del hombre que es la guerra, el saqueo, la esclavitud y el ecocidio. Lo que esta ocurriendo en eu, ha sido perfectamente programado por los amos de la barbarie, estacionados para destruir y contaminar a costa de las ganancias, aparentemente monetarias y que ya no se pueden tolerar situaciones similares y menos en Mexico, porque el desorden de mas de 200 annios causado a todas partes del Planeta, es insostenible. No hay opcion, simplemente no debemos admitir la muda de industrias a Nuestras Bellas y Sagradas Tierras, que quedaran tan enfermas como las de los hoy declarados en banca rota. La Tierra no es desechable ni es ensuciable! Paz!
Detroit
Abe
Por mas que reestructuren en esa ciudad no creo que vayan a querer los trabajadores armar vehiculos por cien dolares como sucede en Mexico o en China, mas les valdria dedicarse a otra cosa. Por ejemplo a cultivar mota para Fox y su flamante socio.
Para poner atención...
Ingeniero Mexicano en Detroit
A Detroit solamente asisten profesionistas blancos durante el día, para trabajar en alguno de las oficinas que aún existen en la ciudad. Ninguno de ellos vive en la ciudad, sino en sus suburbios. Lo anterior debido al racismo inverso de Detroit: varios políticos negros han dicho, erróneamente, que “no necesitan el dinero de los blancos”. El resultado es que Detroit es pobre, despedazada, y con una población negra ignorante que nunca sale de su ciudad-ghetto. A raíz de los disturbios de 1968, los "ricos" (blancos) fueron expulsados de facto por los "revolucionarios" (negros) destruyendo la vibrante economía que antes tenía la ciudad. He ahí una enseñanza para la izquierda mexicana: para poder distribuir la riqueza, primero hay que crearla. Y el populismo de izquierda, lo único que crea (…y distribuye muy bien) es la miseria. Resultado? La clase media vive cómoda y segura en los suburbios, y los "revolucionarios" viven en la miseria, en una ciudad colapsada cada vez más peligrosa.
><
mar
Pues si! es el resultado de la esclavitud, del desorden que ha provocado la sociedad barbara que llego de europa, para destruir La Belleza Natural de Las Tierras Sagradas de los miles de Indigenas que mantenian LIMPIAS, RESPETADAS, AMADAS Y QUE VIVIAN BAJO REGLAS NATURALES Y DE UN AMOR MUY PROFUNDO HACIA LA VIDA. Paz y comprendamos la leccion para que Nosotros Los Mexicanos, podamos seguir dando a Nuestros Hijos, Patria, Casa, Hogar, Comida y un sitio justo en el tiempo de estancia en esta Bella Tierra.
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The economic liberalism that the world took for granted has given way to the White House’s attempt to gain sectarian control over institutions, as well as government intervention into private companies,