A Multipolar World

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Un mundo multipolar

Hasta hace muy poco cundían las quejas que el mundo era unipolar, que el dominio de Estados Unidos era sin precedentes, una nueva Roma.

Siempre fue evidente, al menos para este columnista, que se trataba de una situación temporal, fruto del colapso del imperio soviético, cuyo fuerte era el poder militar pero que tenía bases económicas y políticas endebles. Estas cedieron y el imperio se desmoronó, quedando una única superpotencia.

El excesivo poder de un país lleva al inmediato reagrupamiento de alianzas. Ante el desvanecimiento de la URSS, otras naciones no se vieron en la necesidad de mantener lazos tan estrechos con Estados Unidos.

Por otra parte, mantenerse como superpotencia militar tiene sus costos. Estados Unidos destina a sus fuerzas armadas ingentes ingresos fiscales que de lo contrario se emplearían para mejorar la infraestructura.

Con el tiempo, los países mejor gobernados aprenden cómo desarrollarse. Hoy China, India y Brasil, siguiendo caminos distintos, están en el proceso de aprovechar la combinación de costos bajos y mayor sofisticación tecnológica para crecer vertiginosamente.

Dos crisis aceleraron el proceso de reducción de la hegemonía de Estados Unidos.

El uno, la crisis financiera y económica, que mostró las fallas en la organización económica de Estados Unidos. La salida de la crisis pasará por el incremento del ahorro y reducción del consumo por parte de los estadounidenses, con lo que la diferencia entre el mercado de Estados Unidos y los demás, será menor.

La otra crisis es la aventura del presidente Bush en el Medio Oriente, en particular Irak, costosísima, y que no traerá ningún beneficio a Estados Unidos más allá de haber depuesto a un dictador particularmente sangriento. Quedan evidenciados los límites del poder militar, y el costo económico de la guerra.

En la primera mitad del presente siglo, es de anticipar que Estados Unidos seguirá siendo la primera potencia mundial, pero el poder estará compartido con más países. Hace un par de décadas, Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña, Alemania y Francia se reunían y arreglaban el mundo. Hoy es el G-20 el organismo más relevante.

Tarde o temprano, el renminbi chino pasará a ser moneda de reserva, y si la Unión Europea supera su crisis, también el euro. Sarkozy dicen que el euro se fortalecerá, porque la paz europea lo requiere. Pero se torna necesario que los países débiles de la Unión reformen sus economías para acercarla a las normas alemanas, lo cual resisten muchos de sus integrantes.

En América del Sur, Washington ha reducido su presencia, parte por su menor alcance global, como porque nuestra región es a la vez de las menos conflictivas en lo político –comparemos con el Medio Oriente– y de las de menor dinamismo económico –pensemos en Asia Oriental–.

Para nuestro país, esto debe inducir a esforzarnos en ampliar nuestras relaciones comerciales con otros países, más interesados en incrementar sus inversiones en el Ecuador. Buscar nuevos mercados, tarea que no es fácil.

A la vez normalizar las relaciones con Washington: no podemos esperar tanto apoyo como antes, y tampoco cabe echarle a Washington la culpa de todo lo que hacemos mal, como hace Chávez.

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