State legislature ratifies the law, after it was passed in the senate on Wednesday. Government employees promise to continue the fight that has the United States up in the air
The law that eliminates the union rights of Wisconsin government employees and has divided the country in a bitter ideological battle is ready to take effect after it was passed Thursday by the state legislature, in absence of the Democratic legislators who opted for the most drastic way out in a duel that can drag on and even worsen.
The law was passed by the Senate late Wednesday. Last night, the legislature ratified the upper house’s decision, with 53 votes in favor and 42 against. Democrats predict that the passing of this measure will have a political cost for Republicans. Despite this, Gov. Scott Walker, a Republican who has achieved national recognition with this initiative, has decided to continue the proceedings and sign the law when it reaches his desk.
Both sides have brought out all of their artillery in this conflict: the Democrats, with their boycott of the legislative action, and the Republicans, with their decision to move forward with an unpopular proposal — as shown in the polls — that could distance them even more from the working class.
The unions have promised to continue with the fight that has gone on now for more than a month. Democrats have committed themselves to revoking the law as soon as they have the opportunity to do so. Republicans insist that this is a question of principle, and they will not give in to the pressure from the streets. The law prohibits unions from negotiating agreements for public employees beyond salary increases, and those increases must be within the limit of the cost of living index. Citing the horrible state of public finances, the governor refuses to include any kind of social benefits for government employees.
Meanwhile, it is a very relevant issue for workers in Wisconsin and in other states that could follow this example. But if the case has attained such significance, it is especially because it represents an example of the Republican solution to the serious problem of the public deficit. Simply put, the message that conservatives are sending from Wisconsin is that they are blaming the deficit on the abusive benefits for government employees, not the $800 billion set aside to save the banks or the losses accumulated by the fiscal advantages given by George Bush and renewed by Barack Obama.
The president has sided with the workers and has condemned what has happened in Wisconsin as “an assault on unions.” The Democrats have rallied around their colleagues in this industrial state on a national scale. Everyone knows that this conflict will not end with the passing of the law in the state legislature, but that it is a preview of the great debate the country will have during the 2012 presidential campaign.
The fight over the deficit is already a big issue under discussion in Congress in Washington. The Republicans have bet on it as their way to get back to the White House and are currently refusing to pass the president’s budget for the current fiscal year if he doesn’t accept a decrease in public spending of more than $60 billion. The problem is of such magnitude that it could end up completely paralyzing government activity if they don’t reach an agreement in a few days.
Wisconsin apuntala la ley que elimina los derechos sindicales
El Congreso local ratifica la norma, tras su aprobación el miércoles en el Senado.- Los funcionarios prometen continuar una lucha que ha puesto en vilo a EE UU
ANTONIO CAÑO | Washington 11/03/2011
La ley que elimina los derechos sindicales de los funcionarios de Wisconsin y que ha dividido al país en una agria batalla ideológica quedó lista este jueves para su entrada en vigor tras su aprobación por el Congreso localcon la ausencia de los legisladores demócratas, que han optado por la salida más drástica en un duelo que puede aún prolongarse y agravarse.
La ley fue aprobada por el Senado a última hora del miércoles. Anoche el Congreso ratificó la decisión de la Cámara alta por 53 votos a favor y 42 en contra. Los demócratas auguraron que la aprobación de esta medida tendrá un precio político para los republicanos. Pese a ello, el gobernador, Scott Walker, un republicano que ha alcanzado relevancia nacional con esta iniciativa, ha decidido continuar el procedimiento y firmar la ley en cuanto llegue a su escritorio.
Ambos bandos queman pues toda su artillería en este conflicto: los demócratas, con su boicoteo a la acción legislativa, y los republicanos, con su decisión de seguir adelante con una propuesta impopular -como demuestran las encuestas- que les puede alejar aún más de la clase trabajadora.
Los sindicatos han prometido continuar con una lucha que se prolonga ya durante más de un mes. Los demócratas se han comprometido a revocar la ley en cuanto tengan oportunidad de hacerlo. Los republicanos insisten en que esto es una cuestión de principios y que no cederán a la presión callejera. La ley prohíbe a los sindicatos negociar convenios para los empleados públicos más allá de las mejoras salariales, y éstas, con el límite del índice de la carestía de la vida. Aduciendo el pésimo estado de las financias públicas, el gobernador se niega a incluir cualquier clase de ventajas sociales de los funcionarios.
Es, por tanto, un asunto de gran relevancia para los trabajadores de Wisconsin y de otros estados que puedan seguir ese ejemplo. Pero si el caso ha alcanzado tal trascendencia es, sobre todo, porque representa una lección sobre cuál es la receta de los republicanos para abordar el grave problema del déficit público. Dicho de forma simple: el mensaje que los conservadores envían desde Wisconsin es el de que los culpables del déficit son los beneficios abusivos de los empleados públicos, no los 800.000 millones de dólares destinados a salvar a los bancos o las pérdidas acumuladas por las ventajas fiscales aplicadas por George Bush y renovadas por Barack Obama.
El presidente se ha puesto del lado de los trabajadores y ha denunciado lo ocurrido en Wisconsin como "un atropello contra sus derechos". Los demócratas, a escala nacional, han hecho también piña con sus compañeros de ese estado industrial. Todos saben que este conflicto no se cierra con la aprobación de la ley en el Congreso local sino que es una anticipación del gran debate que el país sostendrá en la campaña para las elecciones presidenciales de 2012.
La batalla sobre el déficit es ya el gran asunto a discusión en el Congreso en Washington. Los republicanos han hecho de ello su gran apuesta para recuperar la Casa Blanca, y actualmente se niegan a aprobar el presupuesto presentado por el presidente para el presente año fiscal si no se acepta una rebaja del gasto público de más de 60.000 millones de dólares. El problema es de tal magnitud que podría llegar a paralizar por completo la actividad del Gobierno si no se consigue un acuerdo en unos pocos días más.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.
These costly U.S. attacks failed to achieve their goals, but were conducted in order to inflict a blow against Yemen, for daring to challenge the Israelis.