Para la Casa Blanca, la respuesta a esta pregunta es muy clara: No. Y así lo justifica, ante la demanda de explicaciones del Congreso: “No participamos en combates sostenidos, no ha habido intercambio de fuego con fuerzas hostiles, no tenemos tropas sobre el terreno, y no corremos el peligro de bajas entre esas tropas”.
La cuestión no es baladí, ya que si EEUU estuviera en guerra, el presidente Obama habría violado una ley de 1974, la “War Powers Resolution”, que obliga al ejecutivo a poner fin a una intervención bélica en un plazo de 60 o 90 días si ésta no ha sido autorizada previamente por el Congreso.
La mayoría republicana de la Cámara de Representantes, además del sector más izquierdista del Partido Demócrata, están indignados por lo que consideran una expansión ilegal e ilegítima de los poderes presidenciales en detrimento del parlamento, máximo órgano de expresión de la voluntad popular.
Las discrepancias a la hora de definir qué es una guerra no son nuevas. Ya durante la Guerra Fría, y sobre todo a raíz del conflicto de Vietnam, se cuestionó cuál era la línea que separaba la asistencia militar a un país, de una guerra abierta. Aquella realidad ya dejó desfasada la definición hasta entonces tradicional de guerra, en la que dos Estados declaran oficialmente el inicio de las hostilidades.
Las nuevas tecnologías aún han complicado más la tarea de delimitar lo que constituye una guerra. ¿Lo es el bombardeo continuado de otro país con aviones no tripulados, como hace EEUU en Yemen y Pakistán, o Libia? ¿Es necesario que haya batallas terrestres, o la existencia de bajas propias? ¿Cuál es el límite que convierte el uso de bombardeos esporádicos para hacer frente amenazas concretas en una guerra?
Por lo que parece, republicanos y demócratas -o al menos la mayoría de ellos, con Obama a la cabeza-, tienen respuestas diferentes a estas preguntas. Claro que, sus respectivas opiniones podrían cambiar radicalmente si un republicano accede a la Casa Blanca en 2012.
Es curioso ver como el paso del gobierno a la oposición, y viceversa, cambia inmediatamente los discursos y argumentos de los políticos. No hace tanto tiempo, era un Congreso demócrata el que clamaba al cielo por la expansión de los poderes presidenciales de la administración Bush, bajo el argumento de que el “comandante en jefe” no debía estar apenas sujeto al control del legislativo.
Un grupo de congresistas, entre ellos el incombustible Dennis Kucinich, han demandado a Obama, solicitando a un tribunal federal que ordene al presidente retirar las tropas de Libia. A falta de una definición clara por parte del Tribunal Supremo de lo que constituye una guerra, el asunto no se resolverá en los tribunales, sino de forma política.
Obama, como George Bush en su momento, sabe que ningún tribunal federal intervendrá en una confrontación de este tipo. Sin embargo, quizás el presidente se equivocó al no buscar la luz verde del Congreso dentro del plazo establecido por la ley, algo que, además, habría obtenido sin mayores problemas.
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