La violencia, presente en todo el mundo
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La violenta tragedia de Newtown, Connecticut (Estados Unidos), es una prueba más de que la violencia se encuentra en cualquier parte del mundo y que los gobiernos y sociedades deben mantener una lucha permanente para combatir las diferentes manifestaciones que hay de este mal que aqueja a la humanidad.
En Newtown, Adam Lanza, de 28 años, asesinó a su madre y a 27 personas más –entre ellas, 18 niños–, en un acto que tiene hoy conmocionada a toda una Nación, sin más explicación que la irracionalidad del a™utor y la evidencia de que la portación de armas debe restringirse, por más que haya voces que en nombre de la libertad demandan cada vez menos controles para obtenerlas.
En Guatemala, la obtención de armas, legales e ilegales, es sumamente fácil, lo que ha permitido que tengamos un enorme número de personas que las portan, muchas veces con fines de intimidar, asaltar y asesinar a personas inocentes. La Ley de Armas y Municiones ha sido absolutamente ineficiente, en buena medida, porque su redacción se hizo, quizá intencionalmente, de tal forma que no se aplica de manera adecuada.
Dicha ley contempla que la portación ilegal de armas es causa de detención y cárcel sin medida sustitutiva, pero en la práctica lo que ocurre es que quienes son capturados de esta manera recobran pronto su libertad, y al poco tiempo están de nuevo en las calles delinquiendo y atemorizando a la sociedad.
En Newtown se vivió en un momento, lo que aquí vivimos a diario. El número de víctimas, por supuesto, fue muy superior, pero el problema nuestro pasa por lo continuo que se presentan los asesinatos y asaltos con armas de fuego, al extremo de vivir como una sociedad atemorizada, con todos los efectos que ello conlleva.
No cabe duda de que lo ocurrido en Estados Unidos obligará a todo un debate nacional sobre este y otros temas vinculados con la seguridad ciudadana. Se buscará reducir al máximo el peligro de que tragedias como esta sucedan de nuevo. Lo más seguro y triste es que ocurrirán, pero si no se hace nada por impedirlas, su continuidad aumentaría.
Ese es nuestro problema. Los acontecimientos pasan, quedan atrás y nosotros continuamos, pero ni siquiera reflexionamos, mucho menos actuamos para evitar que se repitan. La impunidad se ha reducido de un 95% a un 70%. Si esas cifras que ha dado el Ministerio Público (MP) son precisas, demuestran nuestro drama. La reducción es importante, pero el grado de impunidad es altísimo.
El sistema de justicia debe mejorar mucho para disuadir a los delincuentes y asesinos. ¿Y el Congreso? Como siempre, habría que decir “bien gracias”, pero sin hacer nada que auténticamente vaya en beneficio de la población. La misma Ley de Armas y Municiones se aprobó hace algunos años solamente por la presión social, pero finalmente tampoco se hizo de la mejor manera.
Las personas violentas siempre existirán. Los desquiciados, los delincuentes y asesinos no faltarán. La única manera de reducir su impacto, tan negativo en nuestras sociedades, es que hagamos algo efectivo para contrarrestarlos.
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